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crónicas del siglo pasado

Revistero
de rock

 

 

"Yo no canto para un partido.
El voto es secreto
"
León Gieco

León Gieco, el autor de Sólo le pido a Dios, habla de la guerra de las Malvinas, de su disfonía, de cómo van a votar los jóvenes, de si el rock es o no extranjerizante, de la apertura política y el destape, y de la necesidad de no mentirle a las nuevas generaciones.

 

Fuente: Revista Somos 18/02/1983
Reportaje: Horacio de Dios

 

un aporte de
Riqui de Ituzaingó


Horacio de Dios y León Gieco

"Ninguno de los rockeros especula con la juventud", dice León Gieco

 

 

¿Cuándo y cómo nace "Sólo le pido a Dios"?
—En los días en que era posible la guerra con Chile. En la canción se mezcló todo, se mezcló el estado de ánimo que nosotros estábamos viviendo. Se hizo popular porque resumía en seis estrofas un momento que estuvimos viviendo durante 8 o 9 años en Argentina.
—Pero nunca se escuchó tanto como después de las Malvinas. . .
—El tema existía antes de las Malvinas, hace cinco años que está grabado. La gente lo toma porque no sabe dónde agarrarse. Ve tanta derrota, tanta derrota y tanta mentira junta y acumulada, que se toma de las cosas puras como puede ser una canción.
—¿Por qué no estás actuando este verano?
—Por principio de nódulos en las cuerdas vocales por exceso de trabajo. A fin de año terminamos la gira de La Quiaca a Tierra del Fuego y por el accidente de auto en Río Gallegos y un par de cositas más tuvimos que apretar el tiempo. La garganta es un músculo que si te cansas tenés que parar para conservarlo.
—¿Qué haces cuando no cantas?
—Trabajo de foniatría, vocalización, y me alejé un poquito de los reportajes y todo ese tipo de cosas.
—¿No se pueden operar los nódulos?
—Sí, pero yo le esquivo a la operación. Ninguna operación me gusta. Voy a tratar de curarme naturalmente.
—. . .Justo ahora que tu canción se escucha tanto y se la canta de memoria. . .
—Noto que hay un exceso de éxito de la canción. Si yo saliera a tocar ahora resultaría muy especulativo. La cantidad de plata que ofrecerán me da cierto temor. 
—¿Puede rechazarse el éxito?
—Rechazarlo no, pero sí cuidarse profesionalmente. Si vos ibas al programa de Mirtha Legrand cuando almorzaba por televisión, te veía el 70 por ciento del país. Tenías éxito. Pero yo a ese programa no fui. No fui porque no me sentía cómodo. No hago cosas por poner mi cara, por tener éxito.
—Si un acto político reúne 30 mil personas es un suceso, pero es común que los músicos como vos llenen estadios. ¿Cómo lo logran?
—Somos los representantes directos de los jóvenes. Ninguno de nosotros especula con la juventud. Hacemos canciones y las canciones corren por límites muy lejanos a todo lo que se pueda palpar de cerca. La canción puede ser una vena insertada en el planeta Se hacen populares. Sólo le pido a Dios es popular. Las canciones de Sui Generis, de Almendra, de Los Gatos son populares. . .
—A propósito: Los Gatos pusieron de moda hace años La Balsa. ¿Te acordás de la letra?
—Sí, es un canto de irse, de salir, de naufragar. . . Yo tenía 13 o 14 años y fue el primer tema de rock que se hizo popular. Desde el campo mandaba pedir la revista Pin Up que era la única que salía porque ya estaba interesado en ese movimiento.
—¿Cuál es tu posición ahora que se abre la vida política?
—Mi actitud política es la misma de siempre, la misma desde que no había apertura.
—¿Cuál es?
—Yo no canto para ningún partido determinado y si soy de un partido o me gusta un político, son cosas personales. Creo en el voto y el voto es secreto. Este es un tema delicado. Mucha gente puede guiarse por las cosas que yo digo y entonces se podría tomar mi opinión como política partidista. Yo no tengo por qué guiar a una masa de jóvenes a que voten a un tipo porque yo lo haga. No quiero ser un señalador de ideologías, quiero ser un cantor.
—Se dice que los jóvenes son indiferentes pero muchas veces fueron multitudes a Lujan para rezar por la paz o llenaban los recitales de música pese a climas poco favorables. . .
—Eso es muy válido. Las únicas dos manifestaciones que tuvieron en estos ocho años, antes que se produjera la apertura, eran los recitales rock y las caminatas de Lujan. La juventud sólo tenía la religión y la música.
—¿Los jóvenes saben por quién van a votar?
—No, y no lo van a saber hasta el día en que voten. El país vive en el descreimiento. No se confía en la gente del gobierno. Los pibes están como diciendo: "Bueno, quizá los próximos también serán chantas". Otros pibes tienen un poco más de fe.
—Decís que los pibes no creen en nada pero a ustedes sí les creen. . .
—Porque nunca les mentimos. No hubo motivos para que yo les mintiera. Si hacemos un recital invertimos al máximo en equipos de sonido para que se escuche bien. Invertimos en escenografía para que se emocione y aplauda. Si el groso de los pibes va es porque las entradas no son demasiado caras, no son una exageración de caras. Cuidamos un montón de detalles y se dan cuenta que no les mentimos. La gente, la juventud y los grandes saben muchas veces frente a un personaje que habla por televisión que está mintiendo. Pero no pueden hacer nada. Pero si en un recital de rock vos mentís te tiran con tomates.
—¿La apertura política los beneficia?
—Esta especie de destape beneficia al país. Si beneficia al país nos beneficia a nosotros porque estamos insertos dentro, porque somos parte del país.
—Che pibe vení, votá, una canción de Raúl Porchetto que grabaron juntos, refleja un cierto escepticismo porque parecería que se invita a los jóvenes para después dejarlos de lado. . .
—Se dice que la juventud es el futuro del país pero nadie dice que es el presente. Eso de hablar siempre del futuro es como obviarla del presente, de no tenerla en cuenta ahora. Yo le pediría a los políticos, a toda la gente que se dirige a los jóvenes, que ellos pueden ser el presente y no sólo el futuro. Para pelear en las Malvinas la juventud era el presente.
—¿No son demasiado cómodos los jóvenes?
—No, no tienen oportunidad. Si vas a un recital de rock vas a ver que no son cómodos. Quieren expresarse, quieren cantar.
Cuando hay un aparato represivo donde la juventud no puede actuar, no es que sean cómodos sino que algunos no actúan por miedo. Los chicos que van a un recital no van a fumar marihuana; van a cantar. La policía se ha llevado a 300 pibes adentro y nadie tenía nada. El día que se entienda esto la juventud va a estar más predispuesta para actuar sin ningún miedo.
—La juventud estuvo bajo sospecha muchos años, la música de ustedes no se pasaba por radio y sin embargo llenaban los estadios. ¿Cómo hacían?
—A mí no me pasaron por radio durante mucho tiempo y sin embargo cada vez los discos se vendían más porque la verdad va adelante de todo. No te quiero decir que nosotros somos la verdad, pero no solamente la música subsistió: subsistieron directores de teatro, poetas. Mucha gente hizo fuerza para que esto continuara. Nosotros no hicimos ningún plan, no inventamos ningún plan para zafar la poca difusión que teníamos en radio y TV. Esto es una cosa que no se puede verbalizar. Es un contacto con Dios, ¿ves?
—Entonces hablemos de Dios. . .
—Creo en Dios, creo en algo superior, creador del hombre y de las cosas que el hombre no puede tocar ni alcanzar como las tormentas, todo lo que es la naturaleza que nos rodea. Creo en alguna fuerza superior que le puedo llamar Dios y a nivel religioso creo en Cristo que como hombre fue un gran enviado de Dios que le hizo mucho bien al planeta. Cristo era revolucionario.
—¿Qué papel puede jugar la reiteración de discos por radio en la creación de un éxito como "Sólo le pido a Dios"?
—No fue una difusión paga por la compañía grabadora. La gente tomó la canción como tema primordial por la época que estábamos viviendo. También creo que fue una expresión de los disc jockey para decir que la guerra es un monstruo grande y pisa fuerte.
—¿Y qué pasaba en la época del triunfalismo cuando la guerra era "popular"?
—Popular la hacían los que creían en ella. Yo nunca creí en esa guerra. Lloré todo el tiempo. Desde que me levanté y estábamos en guerra con los ingleses hasta que terminó. Me di cuenta desde el principio que no podíamos ganar. Era imposible ganar porque no hay en nuestro país una mentalidad antiimperialista. Se formó recién después de las Malvinas. ¿Tan caro cuesta formarse una mentalidad antiimperialista? ¿Tienen que matar a no sé cuántos chicos de 18 años para que nosotros tengamos mentalidad antiimperialista?
—Se dice que la música rock aunque sea hecha por argentinos es una música también extranjerizante. . .
—Todas las músicas que tenemos en el país (tango o folklore) se fueron creando por influencia de otras raíces musicales europeas, norteamericanas. El tango es una mezcla perfecta entre el candombe y el viejo jazz que tiene el ritmo del cuatro por cuatro que es del tango. Nosotros también tenemos la influencia de una cosa que se llama rock porque el rock penetró en todo el mundo. A lo mejor dentro de cinco o diez años también podamos contar con una canción que inmediatamente se defina como argentina. Como pasa con los brasileños. Milton Nascimento, Chico Buarque, todos ellos tienen influencia de rock pero están más agarrados a su folklore. Vos vas a Brasil y quieras o no quieras, por radio y televisión, escuchas música brasileña: samba o bossa nova o lo que fuera. En cambio aquí en los últimos años nunca escuchas música argentina. Escuchas música extranjera y de la peor, música disco.
—Sin embargo te fue bien cuando tomaste temas del folklore como el chámame y tu encuentro con Antonio Tarragó Ros. . .
—A la gente también le gusta el folklore pero hay que dárselo. La mayoría mama de la televisión y la radio y si siempre pasan música disco los pibes salen desorientados musicalmente.
—Cuando actuaste en los Estados Unidos te compararon a Bob Dylan. ¿Cuál es su influencia?
—Como él toco guitarra acústica y armónica. Recibí su influencia porque para mí es un maestro. Siempre musicalmente porque nunca supe inglés así que no entiendo sus letras. En este momento no siento su influencia musical pero sí espiritual. Para mí fue un tipo que nunca me defraudó.
—¿También porque es un solitario, que le gusta tocar solo y luego parece disolverse en el campo?
—Sí, la mayoría de las veces toqué solo. Así se dio la mano. Nunca me lo planteé. Y es cierto que sigo conservando un montón de cosas del campo, la vida solitaria que se vive allá. Y aunque me vine a la ciudad siempre regreso a mi pueblo para pasarme una semanita con todos los familiares que tengo allá.
—¿Cómo está Cañada Rosquín en Santa Fe, en qué cambió?
—Está igual que siempre, pero ahora tiene pavimento. . .
—¿Y vos en qué cambiaste ahora que tenés 31 años?
—La década de los 30 es para tomar conciencia de un montón de cosas. Por ejemplo cuidarse más físicamente porque ésa es la base del resto de la vida. Trato de no fumar, de comer lo más sano posible. Corro bastante pero no puedo hacer demasiada gimnasia por el accidente grande que tuvimos en el sur y que me dejó la columna vertebral medio rara.
—En otros lugares los ídolos musicales trabajan mucho menos, difícilmente hagan más de una o dos presentaciones por año en las principales ciudades. . .
—Ellos pueden mantenerse económicamente con un recital por mes, o dos. Manejan otras sumas. Pueden subsistir y vivir tranquilamente. Si nosotros dejamos de trabajar nos morimos de hambre. Esa es la verdad.
—¿En qué invertiste la plata que ganaste?
—En mi carrera. En viajes. En editar material en España, en México. En tratar de comprarme el mejor grabador, una consola de sonido para trabajar mejor. Aparte no tengo demasiada plata. Hace doce años que estoy laburando en esto, aunque empecé a trabajar a los seis años y medio, y sólo tengo un equipo de sonido y mi casa.
—¿Cómo es tu casa, por qué nunca la mostrás?
—Yo no acepto notas en mi casa. Estoy con mucha gente durante demasiado tiempo, en las actuaciones, haciendo reportajes, en mi casa quiero estar a solas con mi familia, mis amigos. Mi casa es una casa vieja. Tiene más de 50 años pero la compramos porque tenía varias cosas lindas que ya no se hacen más: una escalera de madera trabajada, pisos de roble de Eslavonia, un vitraux. Cuando la compré valía lo mismo que un departamento de tres ambientes. Preferí tener una casa vieja e ir arreglándola de a poco que meterme en un departamento nuevo y mucho más chico. La casa está cada día más linda y mi mujer la decora muy bien.
—¿Cómo te cambia en tu profesión tener familia?
—No me cambiaron la vida. Continúo mi vida.
—¿De qué se ocupa tu mujer?
—Estudia flauta traversa, estudia teatro. También está en el coro de Filosofía y Letras. Y cuida las nenas y limpia la casa. . .
—¿Qué edad tienen las nenas?
—La mayor seis años y la menor cinco meses.
—¿Y cómo te arreglas cuando haces una gira tan amplia como la de dos años de Norte a Sur?
—A lo sumo estaba una semana afuera. Y volvía. Pero los días que pasaba en Buenos Aires estaba plenamente con mi familia. No hacía otra cosa. Nada de reportajes. Gente por ejemplo me lo pidió varias veces y lo acepté si viajaban a La Quiaca, porque además ahí estaba el sabor de esa gira, que fue maravillosa. La van a descubrir dentro de cinco años en todo su significado.
—¿Haces música con tu familia?
—Sí, a veces cantamos con la nena más grande. Hacemos canciones donde ella tiene que seguir cantando y yo empiezo en la mitad. Después cada uno tiene sus discos.
—¿Cómo se llaman las nenas?
—La mayor Lisa y la menor Joana.
—No son nombres comunes. . .
—Nos gustaron. Cuando uno va a tener un hijo va pensando qué nombre ponerle, a ver si le va a quedar lindo. Ninguno de los dos estaba autorizado y tuve que pedir permiso al Registro y lo logré.
—¿Porque tenías razón o porque eras León Gieco?
—En ningún momento me conocieron como León Gieco. Me aceptaron porque mandé una carta que convencía. Pedía por favor que me dejaran poner ese nombre por un montón de cosas que habíamos tratado con mi mujer y me permitieron llamarlas así.
—¿Qué discos tenés vos y cuáles tu hija?
—Los míos son un montón. Los Beatles. La mayoría de folklore argentino y varios de Bob Dylan. Mi hija tiene casi todos los long play del grupo Pro Música de Rosario. Le gusta esa música desde que nació.
—¿Es cierto que seguiste la teoría del médico francés Leboyer, que explica que el recién nacido tiene que ser recibido apaciblemente?
—Exacto. Hicimos un parto de la manera más natural posible. Con música, en semi-penumbras, con la ayuda del doctor Murray que es un tipo impresionante y que me había preparado.
—Una cosa es la teoría y otra la práctica, en el nacimiento, ¿no te asaltaron deseos de escaparte?
—Fue un poco violento cuando salió la criatura. Ese momento fue como un flash, pero enseguida se transformó en una cosa real, natural. En ningún momento me quise ir de la sala. La preparación había sido muy importante porque sin ella las cosas son tan fuertes que podrías no resistirlas. Pero yo había visto películas. Me había explicado el médico que el parto era de los dos, que no era solamente de la madre, que la madre se iba a sentir mejor si el padre estaba con ella. 
—No sólo es estar en el parto sino también un compromiso mayor con la criatura. . .
—Claro, porque es muy raro que si vos estás en el parto te borres al día siguiente. Si estás en ese momento querés seguir después todo con la criatura: cambiarle los pañales, cuidada, observarla.
—¿Qué música elegiste para darle la bienvenida a Lisa?
—Pusimos varias cosas. Una balada muy linda de Bob Dylan. Las cuatro estaciones de Vivaldi. También teníamos una cinta de Bach, temas de los primeros long plays de Yes que eran como música celestial.
—Tampoco estabas trabajando en esa época. . .
—No. Me dije: voy a parar seis o siete meses para ver cómo es el nacimiento, para gozar de todas las expectativas, para hacer el curso junto a mi mujer, para levantarme luego a la madrugada para preparar la mamadera.
—Explicaba el doctor Leboyer cuando estuvo aquí con Blackie que este tipo de parto luego produce chicos más tranquilos. ¿Cómo es ahora tu hija?
—La miro y me encanta como es. Tiene buen carácter, es buena amiga. Todos los datos los saqué del jardín de infantes, porque a lo mejor siendo padre no sos objetivo. Me explican que es una buena compañera, que es líder pero al mismo tiempo antihéroe, prolija, que dibuja muy bien, que nunca se pelea, que entiende, que tiene oído para cantar porque ha escuchado música desde el principio.
—¿La nena menor nació igual? 
—No. el segundo nacimiento fue por cesárea, desgraciadamente.
—Tu nena mayor, Lisa, tiene 6 años, más o menos la edad de Sólo le pido a Dios. ¿Tendrá algo que ver este doble sí a la vida?
—Yo creo que tuvimos la nena y después nació la canción. . . 

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