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crónicas del siglo pasado


¿qué pasa rock argentino?

 


Revistero
de rock

 



Pedro y Pablo

 

 

Reflexiones
A los dioses mezquinos


Un llamado de atención, la alarma para el rock y su manifiesta esterilidad en la coyuntura que el país atraviesa. Esta ausencia de respuesta en un momento incuestionablemente propicio —y que tal vez ya deje de serlo— motiva esta reflexión sobre los auténticos ideales e intereses que guían a los que forman parte del rock argentino.
Después de haber reunido más de sesenta mil personas en una sola tarde, luego de copar (aunque fuera por factores ajenos) los medios de comunicación masiva, el rock argentino vuelve a demostrar su verdadera cara de niño, su falta de criterio adulto, su interminable retahíla de suspiros egotistas.
Hace dos semanas, el diario de mayor circulación de la Argentina, le contó a sus dos millones de lectores dominicales que "había llegado la hora del rock argentino". Esa misma conclusión fue la que explicito esta revista desde su portada hace casi tres meses. Para esa época, se presentaba una coyuntura histórica, en el país y en este movimiento artístico que, difícilmente, volverá a repetirse. Sin embargo, gran parte del rock argentino parece estar empantanado en sus historias repetidas, en la paupérrima aventura del viaje personal, perdiendo de vista un horizonte creativo y con posibilidades en común.

¿QUE ES LO QUE PASA?
¿Qué pasa entonces con el rock argentino? Será como deslizó Raúl Porchetto que "a lo mejor el rock argentino no tiene más para ofrecer" Qué alternativas de creatividad, continuidad y experiencia artísticas puede ofrecer el movimiento de rock argentino cuando su conjunto más encumbrado y popular, Serú Giran, dice que va a suspender sus actuaciones por un año, cuando el grupo revelación de 1981, Dulces 16, después de conocidas disputas se separa en medio de una tormenta de versiones, cuando los miembros de una de las bandas con mayores perspectivas, Porchetto, se desarman para formar otros grupos, cuando el solista de mayor repercusión, León Gieco, hace tres meses que no actúa, cuando Miguel Cantilo tiene que retroceder en la máquina del tiempo y relanzar Pedro y Pablo, mientras el tema "Gente del Futuro" es un éxito en su versión de Punch. ¿Qué es lo que pasa aquí? Las respuestas pueden ser varias, pero sin dudas el público es el que tiene menor responsabilidad en esto: tal vez muy pocos movimientos artísticos cuenten con un núcleo de adherentes tan acérrimos como los del rock. En medio de la crisis económica colman el estadio Obras cada vez que los convocan y suelen asistir a los recitales cuando los teatros y los cines están vacíos, siguen comprando discos de rock cuando las góndolas de las disquerías están atestadas de cualquier otro tipo de música. Evidentemente, esta crisis de indefinición, de no lanzamiento que azota crónicamente al rock, no viene por el lado del público.

LAS VERDADES A MEDIAS
Las responsabilidades, más bien, parecen cabalgar en quienes promueven este movimiento artístico: los músicos, los managers, las grabadoras y, porqué no, los medios de comunicación (incluido éste). El medio es hostil, es cierto. No se dan las mejores posibilidades en un país en post guerra y de indefinido futuro, pero tampoco es recomendable ser triunfalistas y soberbios (todas las declaraciones realizadas durante el festival de la Solidaridad) cuando detrás se agazapan las rencillas, los intereses encontrados, las pequeñas miserias cotidianas. Sería mucho más saludable que el rock dejara de lado su actitud principesca y mesiánica, que cesen de iluminarse con el brillo de su supuesto martirio, que sus músicos dejaran de creerse paradigmas intocables y recomenzar una tarea de oficio, de humilde oficio de trasmisor. Sería bueno que los managers dejaran de creérsela: aquí no hacen falta mafias ni actitudes monopolistas. Y sería muy bueno que los pocos medios de comunicación con cuenta no tuvieran temores de criticar todo eso.
Los argentinos estamos acostumbrados a las verdades a medias o al "paquete de palabras". En todos los niveles somos capaces de darle crédito a cualquier cosa con tal de no admitir la inoperancia o la falta real de horizonte. La especulación necrológica llegó a límites increíbles: todos los grupos de ayer resucitaron con nuevos recitales, con nuevas reuniones, con "adioses", "bienvenidas" y cualquier otro tipo de recurso. Es muy triste el espectáculo de un artista que diez años después tiene que subirse a un escenario a cantar lo mismo que hace diez años, es muy avieso lucrar con eso. Pero allí, la gente que va, el público, también es responsable. Mientras los grupos nuevos no tienen para quién tocar, se siguen llenando las cáscaras vacías de los ídolos de ayer.

BIENVENIDA Y DESPEDIDA
Sería necesario que alguien explicara cuál es el verdadero nombre que hay que darle al hecho de que un grupo se desligue de uno de sus miembros, se tome un paréntesis de un año y cada uno de los que queda se dedique a hacer discos solistas. Pero que sin embargo el grupo continúe permaneciendo. ¿Cómo se flama eso, en esta Argentina cansada de fórmulas dilatorias? Y cuando el descanso finalice qué va a pasar: ¿habrá un glorioso recital de bienvenida? ¿O uno de definitiva despedida? Tal vez no haya mala intención en la fórmula, pero hay desinformación y campo especulativo, no sería reconfortante aclarar a la gente, a la gente que paga las entradas, que compra los discos, a la gente que sostiene a un artista.
Esa falta de diálogo también estuvo presente en el festival de la Solidaridad. La gente reafirmó con su presencia que este es un movimiento masivo y popular. Qué respuesta le dieron los organizadores y los músicos que aceptaron participar: una serie de grupos improvisados entre los grandes protagonistas que, curiosamente, se reemplazaron a sí mismos y a la música por la cual luchan y se esmeran ensayando todos los días con sus propios grupos. Qué oscura intención hubo al presentar a los grupos desarmados. ¿Quién lo va a explicar, quién va a dar la cara por eso? Nadie. Todo parece que seguirá igual: ¿Qué pasa? No pasa nada. Hoy habrá un recital de bienvenida y mañana otro de despedida. Salud rock argentino, el panteón de los dioses mezquinos te está esperando.
revista Pelo
julio 1982