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CLAUDIO GABIS VUELVE EN LA NAVE
Por Pipo Lernoud

 

Revistero de rock

 

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Guitarrista prócer del rock nacional en sus comienzos, fundador de Manal y La Pesada del Rock and Roll, Claudio Gabis estuvo mucho tiempo fuera de la escena musical, dedicándose al estudio y la enseñanza. Hoy vuelve formando parte de La Nave, y parece tener la misma pasión que lo encendió en sus comienzos. Veamos cómo lo explica:

"La Nave, más que nada, es una historia de amistad", dice Claudio Gabis, asumiendo el liderazgo de la charla, quizás por su carácter de veterano del rock nacional, y promotor entusiasta del nuevo grupo. Yo tengo bastante experiencia de grupos, musicales y no musicales, conjuntos de personas que trabajan, etc. Y todos acá hemos pasado por eso, y nos alcanza para comprobar que, en un grupo, cuando no hay amistad, la cosa tiene otro cariz. Nosotros nos hicimos amigos antes de empezar a funcionar como grupo".
"Te cuento la historia en dos palabras", interviene Oski, el cantante. "Ellos dos, los hermanos Fernández, Edgardo en bajo y Daniel en batería, habían formado parte de dos grupos: Avatar primero y Cinema después. Nos empezamos a juntar porque ellos estaban en el estudio Avatar con un integrante del primer Sui Generis, Carlos Piegari. Gabis, viejo amigo mío, se mudó a vivir allí porque trabajaba con ellos. Y ahí empezó la cosa".
"Empezó aquel viejo divague bohemio que es el jugo de la creación", se mete Gabis, recordando con el brillo de los ojos los tiempos en que el divague interminable entre amigos desembocó en uno de los grupos fundamentales, Manal, y permitió tejer un nuevo idioma musical y literario. Pero Gabis no está para la nostalgia. "Nos juntamos con Oski, Daniel y Edgardo y empezamos a compartir una vida de bohemia. Nos quedábamos de noche escuchando, por ejemplo, a Bob Dylan. Hablábamos de las letras, de la poesía, de millones de cosas. íbamos muy profundo en la noche, penetrábamos tranquilamente en la madrugada, llegando desesperadamente al mediodía". Todos se ríen, como si compartieran un código hecho a través de largas trasnochadas.
"Todos teníamos ganas de armar un grupo de verdad" dice Daniel, "y estábamos musicalmente medio parados. Estábamos desencantados del show business".
"Y descubrimos una sensación estimulante", se mete Gabis "vimos que nos gustaba lo que charlábamos y también nos gustaba lo que salía cuando agarrábamos los instrumentos y nos poníamos a tocar. Empezamos a darle forma a la cosa un poco caóticamente, en el ritmo de bohemia que veníamos curtiendo Trabajamos a través del corazón, de una manera antigua, más que a través de teorías sobre lo que está de onda en la música".
"Tené en cuenta que nosotros veníamos de un grupo moderno", explica Edgardo. "Estábamos contentos con Cinema, pero sentíamos que, como músicos, nos faltaba aquella cosa de tocar, de realmente expresarte con tu instrumento. Eso empezó a pasar cuando nos juntamos con Claudio. Lo que a nosotros nos salía naturalmente, el rhythm and blues, el rock and roll, estaba muy mal visto en ese momento, año 85, cuando el pop arrasaba con todo."
"Lo pensábamos como un delirio, hacer una música de raíz negra, blusera y soulera..." apunta Gabis. "Nosotros, con Daniel y Edgardo, nos sentíamos también impulsados por Oski, que no tenía horas de vuelo como músico profesional, pero tenía una mística rockera propia de la inocencia, una energía vital difícil de encontrar en esta época. Yo venía con demasiada historia, con un pasado que de alguna manera pesaba mucho. Y hubo entonces un arranque emocional. Compusimos varios temas, tocamos mucho. Nos salió un laburito, armar la identificación musical de una F.M., la Okeyx, que comenzaba en ese momento. Algún lector se acordará de la música que anunciaba la radio: éramos nosotros".
"Cuando estábamos grabando los temas de Okey en el estudio de Music Hall, alguien nos escuchó y se interesó". Comenta Oski. "Ya estábamos en una onda 'garrón and roll' de tanto esperar que alguien nos dé bola".
"Y lo loco es que se interesaron en nosotros porque no sonamos como Soda Stereo, ni como Virus, no nos parecemos a nada de lo que está pegando ahora", dice Gabis. "Y nosotros sentíamos que, como decía San Martín en los insoportables libritos de lecturas del colegio: Serás lo que debas ser o si no no serás nada. Está sucediendo todo un movimiento en el cual pasó a primar la máquina y se puso en primer plano la despersonalización, nada personal...
"No tocar, no expresar, no pelar, no mostrarse..." se abre paso Oski.
"Y a mí me parece un robo cuando te ponen una batería electrónica a sonar acompañando un grupo en vivo" se enoja Gabis "porque aunque soluciona un par de problemas prácticos y cuesta más barato que un baterista, en el fondo es un timo, como dicen los españoles, una estafa. La batería es el instrumento más excitante y estimulante que tiene el rock, el que marca el ritmo de esta música sincopada que generaron los negros. A nosotros nos parece que la energía de un músico es muy superior a la de una máquina, y esa energía se transmite al público. La energía, la personalidad que lo hace único, ese nervio propio que no tienen las máquinas. Nosotros nos jugamos en algo que no está de moda, y metimos solos de viola, sólo de armónica, música tocada en caliente. En el disco, hasta las secuencias que parecen electrónicas son en realidad tocadas. Y por eso llamamos para los teclados a un tipo moderno pero que toca: Andrés Calamaro. Y él mismo nos dijo: 'Yo no sé secuenciar bien. Cuando haya que parecer moderno, no lo voy a hacer programando, lo voy a hacer tocando"".
"Entonces", continúa Gabis, "nos pasó un poco lo de 2001, donde la máquina está a punto de ganar, y el hombre le gana la partida. Porque hay que usarla, está en el mundo, no la vamos a negar, pero hay que ganarle".
¿Y qué pueden decir los cuatro monitos de La Nave sobre las letras?
"Mira", empieza Gabis " De la misma manera que hoy hacer un solo de guitarra y coparse antiguo y boludo, de la misma manera hablás en un idioma de todos los días sobre las cosas que no pasan, parece zonzo. Hay miedo a la emoción, temor a exponerse. Hay preferencia por lo digital, que no expresa emoción, y también hay inclinación a ocultar los sentimientos detrás de un lenguaje simbólico o cibernético. Nosotros descubrimos que había un montón de cosas para decir. Cuadros costumbristas, declaraciones de amor, cosas de odio y bronca, cosas de las que vale la pena hablar. Es un cuento cotidiano que hacemos entre todos, porque la mayoría de los temas están escritos entre varios, una estrofa cada uno. Estamos transmitiendo verdaderas experiencias personales. Y el rock and roll siempre tuvo una forma directa de contar las cosas, esas cosas personales y crudas que no figuran en los diarios o en las revistas, y que la gente muchas veces no se atreve a .
"Y, al mismo tiempo, las letras nunca terminan diciendo 'está mal' como se usa ahora", puntualiza Edgardo. "Hablan de lo que pasa, pero no aflojan, porque hay que seguirla".
Gabis quiere decir algo: "Hay una cosa que para mí es una garantía: que estoy con tipos que aman esta ciudad. Nuestra música es muy urbana, vuelve un poco a las fuentes del rock, la música de ritmo sincopado heredado de los negros, expresando la vida en la ciudad, dándole prioridad a la emoción. El rhythm and blues, el soul, el rock and roll...".
Comentamos que ahora esa música se está revalorizando en el mundo, se está volviendo a poner de moda. "Sí, es probable. Pero nosotros" aclara Daniel" no sabíamos que eso estaba pasando cuando armamos el grupo".
"Hay un reflujo, una vuelta a las raíces, un nuevo giro de la rueda". Filosofa Gabis. "De pronto, ves que le entregan el Grammy a Stevie Winwood, que era nuestro héroe en la época de Manal, y en el show del Grammy tocan tipos como Albert King, B. B. King, Ry Cooder... Yo no quiero salir a combatir contra las máquinas, pero a veces me da la sensación de que el rock se ha quedado con la cascarilla, con el barniz exterior de lo que fue una música emocionante y excitante. Actualmente está, como dicen los vendedores de los colectivos, 'trabajado en fino material plástico'. Entonces no es que sea la lucha contra las máquinas, sino la lucha por no volverse máquina uno mismo. Porque a mí me gusta emocionarme, me gusta calentarme con una mina, me gusta que hacer el amor, tocar y cantar sean experiencias compartidas y fuertes. Eso, para mí, sigue siendo la razón de ser del rock".
canta rock
abril 1987