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León Gieco

Revistero de rock

 

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RECEPTOR DE OVACIONES DONDE QUIERA QUE VAYA
Fue una situación simpática e inusual el presenciar en un lugar que no era el acostumbrado para los recitales al cantante León Gieco, que el domingo 13 de agosto se presentó en Lagar del Virrey.
Como bien es sabido, este sitio se presta comúnmente a satisfacer las ganas de bailar. Fue agradable para toda la gente allí reunida, poder apreciar al mismo tiempo las conocidas cualidades de León; que, con su particular forma de ser, no amenguó en reparos para satisfacer a todos con sus temas campestres.
Las simpatías del público, sumadas a las expectativas que les creó su reciente viaje (ya que sólo se encontraba en Argentina por muy pocos días) hicieron que fuera objeto de ovaciones fervorosas. Cosa muy común en su caso, con más razón ahora, ya que se encuentra radicado temporariamente en Los Ángeles, Estados Unidos, donde la prensa local lo calificó como el "Bob Dylan latinoamericano" (tenemos recortes del artículo).
La llegada de León no estaba sujeta a una hora fija, por lo que los nervios e interrogantes brotaban por doquier. Recién cerca de medianoche hizo su aparición en la sala donde debía actuar.
El estallido de aplausos fue instantáneo, como así también los pedidos de interpretaciones. La primera fue "Rock de la rata Laly"; "La mamá de Jimmy" de directa significación; "Tema de los mosquitos", que cantó con mucha concentración. La composición más solicitada y que ganó por insistencia fue "La Francisca", donde narra la emotiva historia de una mujer de la vida. Entre otros más, tantos que casi fue un recital, el show finalizó con "El fantasma de Canterville", al que se añadió la grata presencia de Alejandro de Michele, quien subió al escenario para cantarlo junto a él.
Muchas de las interpretaciones cantadas esa noche no se encuentran aún registradas en disco, pero se piensa que podrán salir en el próximo LP que tiene pensado grabar.
Al finalizar la presentación, el público no se encontraba muy convencido de que era hora de retirarse y entre muchas frases y palabras, dirigidas a León, se escuchaba insistentemente: "¿León por qué te vas?". Esta pregunta quedó sin respuesta. Tal vez sea porque regresará a fin de año.
SUSANA CONTRERAS

"CON LA FRESCURA Y SIMPLEZA DE SIEMPRE"
Por ciertas necesidades que obligaron a comprometer la presencia del santafecino León Gieco en la Argentina, pudimos gozar visual y auditivamente de toda la frescura que destilan las canciones de León, en las presentaciones que realizó en su corto paso por nuestro país.
El cariño y respeto que León se ha sabido ganar mediante la fresca y sincera espontaneidad que lo caracteriza en todos los años que llevó su carrera profesional, hacen más pesados e impotentes los deseos de poder volver a contarlo entre nosotros nuevamente. Aunque ya sabemos de antemano que su visita se repetirá próximamente, no quita el hecho de querer escuchar "en vivo" sus bellas melodías folk, impregnadas de un real sentimiento y en profundos poemas que León, ajustadamente, interpreta con la particular tonalidad campestre de su voz.
R. S.: —¿Cómo fue tu recibimiento cuando llegaste a los Estados Unidos? 
L. G.:—Bueno, fui recibido por amigos. Los únicos que conocía eran Edelmiro Molinari, Gabriela, Pino, José Luis Fernández y Aníbal Kerpel. Todos fueron a esperarme al aeropuerto. Ese fue el primer recibimiento que tuve. Realmente en Los Ángeles no conocíamos a nadie, excepto que teníamos la dirección de la WEA, la cual está dirigida por un señor llamado David Franco. Cuando me entrevisté con él me dijo que la música latina con mensaje era una cosa todavía nueva, poco conocida en EE.UU.; entonces nos delegó a su asistente, un muchacho
de 28 años, italiano, llamado Carlos Nazzi, y que está encargado de la parte latina del espectáculo. El nos dijo que dentro de un tiempo se van a empezar a firmar contratos con músicos latinos.
R. S.: —¿Los otros músicos ya estaban trabajando?
L. G.: —Si, los chicos de Crucis estaban trabajando en un grupo, Edelmiro Molinari tocaba el bajo y la guitarra acompañando un grupo y Gabriela estaba cantando también. Estaba la gente de Arco Iris que había formado un grupo de siete músicos. Y esas son las novedades. A este tipo Carlos Nazzi le gustaron algunas letras mías y las tradujo al italiano, porque él es italiano y porque cree que es posible que Fred Bongusto y Nicola Di Bari lleguen a sacar temas míos.
R. S.: —Si, pero no tiene...
L G.: —¿Nada que ver con la onda? No, nada que ver con la onda, pero sería una cuestión de tratar de meterse en un mercado que es muy importante.
R. S.: -¿Es muy difícil ser contratado por alguna de les compañías americanas?
L. G.: —Yo, aparte de hacer las transacciones con las compañías discográficas, me enteré de que es muy difícil entrar. Para mi es posible que sea de aquí a dos años.
R. S.: —¿Cuáles son las verdaderas razones que determinaron que te fueras del país?
L. G.: —Para ver qué era todo aquello, conocer, y aparte ver recitales. Porque realmente fui para aprender. Estuve viendo recitales de Bob Dylan, de Greg Funkell y Moke Wather, que es el negro que canta blues. Estuve viendo a Airto Moreira, a Lee Reterma, que es un guitarrista bastante conocido allá y a Billy Cobham. De esos tipos aprendes una barbaridad, entonces a eso también fui. También quise ver cómo reaccionaba la gente con mi música. Toqué en lugares en los que me di cuenta de que la gente reaccionaba muy bien y le encantaba recibir esa clase de mensajes y de escuchar canciones latinas. Aparte, hay que tener en cuenta que el castellano es el primer idioma que se estudia en los Estados Unidos, como nosotros acá el inglés. Entonces hay buenas posibilidades para hacer trabajos en las universidades, en boliches y en otros lugares. La gente reaccionó muy bien cuando yo cantaba, y yo lo hacia igual que acá. Todo esto es muy positivo, pero de ahí a hacer una transacción con alguna grabadora es otra cosa. Me parece que me va a llevar algún tiempo, pero...
R. S.: —Claro, primero tenés que formarte un buen respaldo.
L. G.: —Claro, tengo que hacer una buena base. Inclusive quisiera estar en los Estados Unidos para aprender bien el idioma, traducir mis letras, etcétera. Mientras tanto, estoy volviendo en Estados Unidos, donde estudio y toco para gente totalmente distinta. Viendo recitales, que es una de las cosas que más me interesa. Aparte, voy a comprarme algunas cosas. Como una guitarra, un grabador y todos los elementos que necesito para trabajar. 
R. S.: —Básicamente, veo que la gente te recibió de buena manera.
L G,: —La gente recibe de buena manera todo, todo lo que esté hecho con seriedad y con personalidad, y bueno..., yo algo de personalidad tengo para hacer mi música. Además, los tipos aman a los compositores, ellos creen y sostienen que todo el sistema discográfico parte del compositor. Razonamiento muy distinto al que se usa en Argentina, donde todo el mercado parte del presidente de una compañía. Allá el compositor es el que mueve todo el sistema musical, entonces ellos adoran a los compositores. Cuando yo estaba cantando, explicaba a la gente que todas las canciones son mías. Los tipos se pusieron inmediatamente en una actitud como de más respeto hacia mi, porque no cualquiera es compositor en Estados Unidos, ¿te das cuenta?
R. S.: -¿Entra qué edad oscilaba la gente que iba a verte?
L. G.: —Gente joven que va a los boliches y que va a escuchar música.
R. S.: -¿En qué lugares tocaste? 
L. G.: —En Los Ángeles toqué en 15 lugares. En general, los boliches donde también se come, porque por ejemplo allá se estila eso. En el más importante que toqué fue en The Trobadour (El Trovador), el lugar donde empezó a hacerlo James Taylor, Elton John, Neil Young, Stephen Stills y otros más. Todos ellos tocaron en El Trovador, y cuando vos entrás hay en la pared una especie de pergamino gigante donde están las firmas de todos los músicos importantes que tocaron en el lugar.
R. S.: —Después va a estar la tuya. 
L. G.: Dios te oiga. Entonces toqué ahí, pero no ganando dinero, porque brindas una audición donde vas a cantar gratis 4 ó 5 temas, ya que tenés la oportunidad de que te escuche gente que está en ese negocio. Yo fui a tocar y gracias a haberlo hecho, encontré a un tipo que me contrató para ir a tocar a un boliche de él, que venia muy bien y era lindo. No se gana un peso tocando en esos boliches, pero la gente siempre está girando y dando vueltas, haciendo música para que a alguna compañía le guste y tal vez lo contrate.
R. S.: —¿No son demasiadas vueltas? 
L G.: —No, no te hacen dar vuelta alguna, allá existe el si o el no. Si vales, bueno, vas y grabas, y si no vales, bueno, chau.
R. S.: —¿El folk que haces tiene mucha diferencia con el que se hace allá?
L. G.: —Si, no tiene nada que ver. Realmente me di cuenta que no tiene nada que ver. 
R. S.: -¿Por qué?
L. G.: —Por el ritmo, por la acentuación de las palabras, por todo un sentimiento que a la gente le cayo muy bien. Porque enseguida ubicó de dónde soy, no solamente por toda la onda que yo hago, por la esencia de las canciones con que me manejo y qué sé yo. Descubrieron por eso que soy latino. Por más ritmo folk que yo quiera hacer, no es nada parecido al ritmo folk que hay en Estados Unidos. Yo creí que era algo parecido, pero realmente no tiene nada que ver. A ellos les cae como que lo que yo hago es de otro país, totalmente distinto, claro que cuando escuchan mis letras, más todavía. 
R. S.: —Pensar que nosotros creíamos que tenias una onda bastante americanizada pero en la realidad nada que ver.
L. G.: —Sí, pero no tiene nada que ver con lo de allá. De todos modos a la gente le encanta el folk. O sea que si vos haces folk, a ellos les gusta igual. No tienen prejuicios acerca de que "si este tipo que es argentino, no tendría que tocar folk", por ejemplo. Esos prejuicios más bien son de los argentinos. Allá subís al escenario, tocas y se acabó.
R. S.: —¿Entonces no existe el problema de la competencia entre grupos de estilos similares?
L. G.: —No, allá no hay problemas de ese tipo. En alguna oportunidad se dijo acá, de que León Gieco, bueno, toca folk viejo, y otros dirán que es híbrido por ejemplo, o que es una música original con inclinaciones norteamericanas, parecidas a Dylan, y bueno, esos son prejuicios argentinos. Allá no hay nada de eso, respetan lo que vos haces. No te andan analizando si vos haces folk o blues o si hacés simplemente rock n' roll. Allá no te andan analizando nada, ni tenés que rendir examen. Cuando pensaba irme de acá, yo dije: "bueno, voy a Estados Unidos y voy a tratar de elegir el repertorio más latino que tenga, como por ejemplo 'María del campo', 'La canción del charango', para tratar de hacer mi trabajo lo más original posible. Y resulta que cuando me fui me di cuenta de que los tipos en todos los lugares se volvían locos con 'Cuando me muera quiero', que es un folk al mango, o 'Todos los caballos blancos', que también tiene un gran ritmo folk, ¿te das cuenta?"
R. S.: —¿Gustó el sonido del charango?
L. G.: —Sí, aunque la mayoría no sabe lo que es totalmente, lo ubican por el sonido, pero igualmente no sabían cómo se llamaba.
R. S.: —¿Vas a volver para fin de año a trabajar?
L. G.: —Sí, voy a volver en el verano a trabajar, a grabar un LP, a hacer recitales y a hacer giras por el interior. Voy a trabajar hasta los carnavales y después me voy a Europa.
R. S.: —¿Recibiste propuestas para trabajar en Europa?
L. G.: —No, no recibí propuestas para trabajar en Europa, simplemente voy a ir a buscar las propuestas porque realmente me di cuenta de que nadie va a venir a contratarme sin hacer nada yo.
R. S.: —¿Pero tenés contactos valederos por lo menos?
L. G.: Sí, tengo un montón de contactos.
R. S.: —¿Cuáles fueron los trabajos que realizaste en tus giras por los países de Latinoamérica?
L G.: —En Colombia estuve tocando en 4 o 5 programas de TV, en un festival al aire libre para 4.000 personas junto a Piero y Facundo Cabral. Después fui a Caracas, donde edité un long play, que ya debe estar por salir. En Costa Rica ya salió un simple con "Todos los caballos blancos" y "Hombres de hierro", y ahora va a salir un larga duración. En México va a salir próximamente un LP.
R. S.: —¿Qué temas los componen en general?
L. G.: —Son recopilaciones de temas. O sea, yo le mostré a la gente todo el material que tengo y ellos fueron eligiendo los temas para crear el LP.
R. S.: —¿Qué otras experiencias obtuviste en Estados Unidos, escuchando a los músicos? 
L. G.: —Y mirá, las experiencias objetivas que tomé son, por ejemplo, la forma de manejar el sonido, cuántos watts usan de salida y todo eso, siempre están usando arriba de 25 mil watts de salida y nosotros, acá en la Argentina, apenas llegamos a usar 2.000 ó 3.000. Entonces tiene un sonido fuerte que no se acopla a nada. Observé el sistema de luces, la organización de los recitales, y de ahí aprendes muchísimo. Aparte, viene el goce personal de los músicos que vi tocar.
R. S.: —¿Todo ese contacto no influyó para variar tu estilo?
L G.: —No, no; con eso me di cuenta de que no te inspiran las cosas de los músicos que conoces, sino que sale de otra fuente extraña. Ahora, yo me empapé muchísimo de la música latina. Por ejemplo en Colombia estuve escuchando mucho folk colombiano y venezolano.
R. S.: —¿Pensás hacer algún tema con esas influencias?
L. G.:—No sé, si me sale sí. Hasta ahora tengo el LP que ya está casi terminado, y que es el que estoy por venir a grabar en el verano.
R. S.: —¿Qué temas lo compondrán?
L.G.: —Mirá, son temas, algunos conocidos por la gente de acá y otros son nuevos. La mayoría de ellos los compuse en las giras y en EE.UU.
R. S.: —¿Cuándo se editará?
L. G.: —Y creo que en marzo. Ahora me voy además para preparar todo eso.
R. S.: —¿ Vas a grabarlo con otros músicos?
L. G.: —Si, si, al LP le voy a agregar músicos, no sé bien cuáles. Eso depende de quiénes haya cuando venga a grabar. Desde ya me gustaría hacerlo con Charly, Nito, con Moro y Alfredo. Hay temas para agregar voces, instrumentos latinos, como por ejemplo charango, quenas, bombos y esa clase de cosas.
R. S.: —¿Encontraste algunas diferencias fundamentales desde que te fuiste?
L. G.: —No, era igual. Los mismos grupos, pero en el movimiento de rock de aquí, por más que no tenga ni grupos o solistas, queda todo un ambiente flotante. Además la gente sigue consumiendo música argentina. Si no hay grupos, ellos van a comprar discos de músicos extranjeros. El movimiento va a seguir existiendo. En este momento está un poco flojo el movimiento de rock, pero el asunto está en todas partes igual. En Estados Unidos el movimiento está así de flojo también.
R. S.: —¿Debido a qué causas?
L G.: —Debido a que todos están añorando una época pasada de músicos anteriores, porque ahora no hay muchos. Existen quince o veinte grupos que vienen bien, que la gente los va a ver continuamente, pero antes a lo mejor había cincuenta. Lo mismo pasa acá, antes había quince grupos que el público los iba a escuchar y ahora hay tres o cuatro nada más. Pero esto también se debe a problemas económicos.
R. S.: —¿Qué se opina allá de que hay tantos músicos argentinos emigrados?
L. G.: —Y bueno, hasta ahora no salió nadie conocido de los que están allá, aparte hace poco que llegaron, pero a todos les gusta. Por ejemplo, los pibes de Crucis están trabajando con una cantante que estuvo probando como a 45 grupos y se quedó con ellos.
R. S.: —¿Existe un Intercambio musical con los grupos de allá?
L. G.: —Si, totalmente, yo soy amigo de varios músicos que tienen su grupo formado. Hemos tocado, dado recitales, trabajando juntos. Son tipos macanudos que siempre están a la expectativa de ayudarte o de darte una mano.
R. S-: —Tu residencia figuraba en Los Ángeles, ¿ahora dónde estás?
L. G.: —Ahora estoy en Michigan, cerca de los lagos, en una ciudad que se llama Ann Arbor.
R. S.: —¿No te crea demasiados problemas trasladarte de un lugar a otro con toda tu familia?
L. G.: —No, más o menos. A veces los viajes son de vez en cuando, y siempre estoy portando una familia con cuatro valijas y tres guitarras. No es mucho pero hay que hacerlo así. 
Susana Contreras
septiembre 1978
revista rocksuperstar