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León Gieco
Vino del interior y se está haciendo oír
DESPUÉS DE DIECIOCHO AÑOS DE VIVIR EN EL CAMPO LLEGO A BUENOS AIRES A DECIR SUS CANCIONES. HACE SEIS MESES SE EDITO SU PRIMER DISCO Y YA ESTA A PUNTO DE GRABAR SU SEGUNDO LONG PLAY. ENTRE LOS MAS DIFUNDIDOS Y VENDEDORES DEL MOMENTO, EL ESTILO DE LEÓN GIECO ESTA HACIENDO FUROR. EL DICE POR QUE.

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Tiene el pelo largo y rubio. El flequillo le cubre medio rostro. Un discreto bigote y una espesa barba le esconden la otra mitad. De entre esa maraña de pelos surgen dos ojos verdes, inquietos, llenos de vida; igual que su dueño. Y surgen, también, torrentes de palabras, de frases, de pensamientos y, cuando toma la guitarra, de canciones, de poesía. Su vestimenta denota un prolijo desaliño, aunque la prolijidad y el desaliño generalmente no puedan ir de la mano. Pero él se las arregla para que sí. Se llama Raúl Gieco, pero desde que tenía alrededor de quince años, por esa cabellera larga y rubia, le dicen León. Es lo que se llama un personaje. Por su manera de ser, de vestir, de pensar, de vivir. Pero también lo es por su particular estilo musical; un estilo que, a poco de ser conocido, hizo que se convirtiera en uno de los favoritos entre los cantantes de la música progresiva, aunque la suya sea una línea progresiva moderada que puede gustarle tanto a aquel que admira a Lito Nebia o a Spinetta, como al que prefiere la música decididamente comercial. Por eso, porque sus canciones son suaves, porque sus letras dicen cosas, León Gieco irrumpió con singular fuerza en el terreno musical argentino y de países como Uruguay, México, Colombia, Perú y Ecuador.
"Vengo desde un pueblo azul donde el viento no tiene longitud. Donde también se puede ver de naranja el amanecer." (De su tema "A veces mi pueblo azul es gris").
—¿León, venís realmente de un pueblo azul?
—Claro. Azul, en la canción, quiere decir celestial. Y mi pueblo era celestial, pero a veces se ponía gris.
—Contame a grandes rasgos tu vida. Desde aquel pueblo azul hasta que llegaste a Buenos Aires...
—En realidad yo nací en un campo cercano a Cañada Rosquín, al noroeste de la provincia de Santa Fe. Fue el 20 de noviembre de 1951. El campo era de mis abuelos, pero mis padres trabajaban allí. Hasta los seis años, en que debía comenzar la escuela primaria, mi vida fue exclusivamente el campo. Nunca había salido de él. Por eso, cuando a esa edad me llevaron al pueblo a estudiar, recibí mi primer gran impacto. Fíjate que aunque Cañada Rosquin no tenía más de tres mil habitantes, para mí ver tres mil personas más de las que veía habitualmente, fue un golpe bastante fuerte. A los 7 años ya le pedí a mi padre que me regalara una guitarra, pero me dijo que no podía porque no tenía con qué pagarla. Entonces me sugirió que empezara a trabajar, para ver si me la podía comprar yo mismo. Hoy se lo agradezco de verdad. Con su falta de medios, el mejor regalo que me podía hacer era mandarme a trabajar para que me pudiera comprar la guitarra por mi cuenta. A los 12 años ya tocaba bastante bien y cantaba temas folklóricos, hasta que empecé a escuchar a Los Beatles y descubrí que su música me llegaba. Fue entonces que decidí formar un grupo de música moderna, en el que comenzamos tocando temas de Los Beatles, Los Bee Gees, Los Rolling Stones. Hasta los 18 años, en que vine a Buenos Aires, me dediqué a seguir estudiando, a ayudar a mis padres, a hacer actuaciones con el conjunto y a viajar a dedo por todo el país.
—¿A qué viniste a Buenos Aires?
—Vine a hacer música, exclusivamente. En las provincias, las posibilidades en ese sentido son totalmente limitadas. Pero aquí, al principio, la cosa no fue fácil. Me resulto otro golpe fuerte encontrarme de pronto en Retiro, rodeado de edificios altos y gente por todos lados. Menos mal que no había venido solo sino con el bajista del conjunto que tenía allá. A los pocos días conseguí un trabajo de telexista en Transradio: me pagaban 27.000 pesos por mes, que me servían para pagar la pensión, estudiar inglés y comer fideos y galletitas todos los días. Por suerte, a los siete meses, conocí a la gente del conjunto Arco Iris y ellos me dieron una mano para que haga mis primeros recitales. Recuerdo que fueron en la Sala Planeta y en el Auditorio Kraft, junto a otros intérpretes como Pajarito Zaguri y Lito Nebia.
—¿Sos un cantante de protesta?
—Si, pero la palabra protesta me molesta, porque se la mistifico mucho. Con ese rótulo se cantaba para la gente intelectualizada, nada más, porque si iban a cantar a una villa miseria nadie los entendía. Cantantes de protesta son los que tienen grabada en la frente la realidad, los que la viven.
—¿Vos la tenés grabada?
—Claro, por lo menos de las cosas que conozco, que vi y que veo que van a pasar. Además, hay que sentir realmente lo que uno canta. Yo, mis canciones, mis letras, las siento totalmente.
—¿Esa no es una postura tuya para justificar tu línea musical?
—No, mira, yo te puedo asegurar que mi música es honesta. Además, yo no hago música para ganar plata. Fíjate que mi primer long play yo pedí que saliera por una serie especial llamada discoteca para que pudiera venderse más barato y así todos lo podían comprar. Y otra cosa que te puede probar lo que digo es que yo cobro 200.000 pesos por show, cuando hay quienes cobran un millón. Es decir que yo gano treinta o cincuenta mil pesos por show, nada más. Eso es porque a mí me interesa, solamente, ganar la plata justa para vivir, vivir del arte, tener lo indispensable para seguir creando, y para eso hace falta muy pocas cosas. Por ejemplo, no me hace falta un coche largo y poderoso o un piso con cosas de lujo para seguir creando. Al contrario, todas esas cosas me opacarían, me impedirían componer.
"Seamos todos caballos y entonces habrá flor. Seamos todos caballos y habrá color verde. Porque los caballos tienen amaneceres blancos porque los caballos son cancerberos del campo y el hombre, de sus hermanos." (De su tema "Seamos todos caballos".)
—¿Qué pretendés lograr en el público cuando actuás?
—Yo soy un tipo que no canta para que la gente se divierta. Yo voy a cantar para que la gente recapacite y se dé cuenta de las cosas de las que muchas veces no se da cuenta. Y te juro que es así. Las canciones más sufridas son las que mejor canto. Yo, cuando voy a actuar a un lugar donde también se baila, le pido a la gente que mientras yo actúe no baile.
—Hay gente que dice que sos un imitador de Bob Dylan...
—A quienes dicen eso se le están mezclando los términos. Yo no soy un imitador de Bob Dylan, sino un cantante influenciado por Bob Dylan, que no es lo mismo. Y estoy influenciado por Bob Dylan porque es un tipo que me super interesa.
A esta altura del diálogo León Gieco está más enojado que contento. Se nota que cada una de las cosas que dice las siente de verdad. Ejemplifica, fundamenta todo y eso, es típico de los hombres que están totalmente convencidos de que lo que dicen o piensan es lo justo, lo ideal. Y eso es importante porque, aunque pueda estar equivocado, lo realmente valioso es que está plenamente convencido de sus pensamientos; de sus opiniones. Sin embargo, hay algo que no me dejó muy convencido, y se lo digo...
—Mira, León, tengo que ser sincero con vos y realmente no puedo creer eso de que no te interesa el dinero...
—Te voy a poner otros ejemplos para que entiendas mejor. Acá hay gente que lee revistas inglesas, norteamericanas y todo eso y sueña con tocar con equipos de 3.000 wats de salida y no se dan cuenta de dos cosas; primero, que eso cuesta muerto dinero y es casi imposible, y segundo, que cuando más te rodees de cosas materiales más se pierde tu esencia. Yo le escapo a todo eso porque quiero que la gente perciba mi esencia. Yo toco con una guitarra de 20.000 pesos; me ofrecieron una Gibson importada que cuesta como 500.000 y te juro que no la puedo ni agarrar, se me cae. Mira, es muy simple: cuando se me acabe todo lo que tengo que dar con las cosas que poseo actualmente, entonces sí buscaré otras.
"Toma Luis, mañana es Navidad. Un pan dulce y un poco de vino ya que no puedes comprar. Toma Luis, llévalo a tu casa y podrán, junto con tu padre, la Navidad festejar". (De su tema "La Navidad de Luis".)
—¿"La Navidad de Luis" es la historia de una Navidad tuya?
—Sí, totalmente. Cuando tenía siete años. A esa edad no entendía aún muchas cosas que ahora sí comprendo. Por eso quiero decir de alguna manera lo que tendría que haber dicho en esa época, cuando me pasaban.
—Muchos te definen como un típico campesino. ¿Lo sos realmente?
—Si, aunque no sé si un campesino en el verdadero sentido de la palabra. Puedo plantear que mientras viví en un pueblo estuve ordeñando vacas, cortando cardos. Pero, ojo, quiero desmitificar el rótulo de campesino, de ser el único tipo que viene del interior a cantar acá. Hubo gente que dijo que yo soy un tipo muy especial porque venía del campo. Y yo no soy especial, sólo que el haber vivido en el campo y ahora estar viviendo en un departamento chiquito como una jaula, en un piso 13 y rodeado de edificios, me permite comparar.
—Vos viviste mucho tiempo en el campo y recorriste casi toda la Argentina viajando a dedo. ¿Por qué no me hablas algo del país?
León Gieco se queda un rato callado. Piensa un poco, reflexiona, entrecierra los ojos y me dice:
—Mirá, en este momento me estoy imaginando el contorno de un mapa de la República Argentina. Es blanco, muy blanco, pero tiene una gran mancha negra a la altura de la Capital Federal y muchas manchitas negras pequeñas, muy pequeñas, desparramadas por todo el mapa. De las manchitas chicas salen rayas que van, todas, en dirección a la gran mancha. Yo estaba en una de esas manchas chiquitas y me vine a esta gran mancha en una de esas rayas. Vine para poder grabar acá y que mi música pudiera llegar a todo el interior en forma de discos. Eso pasa con casi todos los productos que se cosechan en el interior: se fraccionan aquí y vuelven luego al interior para el consumo. No me vas a decir que la cosa no podría simplificarse un poco...
—¿Y cuál seria, entonces, la forma ideal de vivir que vos propondrías?
—Otra vez se queda callado León Gieco, se acaricia la barba con su mano derecha y cuando está por decir algo se levanta casi de golpe, como si lo hubieran empujado. Trae un papel, me lo alcanza.
—Toma, es la letra de "En el país de la libertad". Ese fue mi primer tema de éxito. Léela, tal vez allí tengas la respuesta.
"Búsquenme donde se esconde el sol, donde exista una canción. Búsquenme a orillas del mar besando la espuma y la sal. Búsquenme donde se detiene el viento, donde haya paz o no exista el tiempo, donde el sol seca las lágrimas de las nubes en las mañanas. Búsquenme, me encontrarán, en el país de la libertad..." (De su tema "En el país de la libertad")
— ¿Y en qué te inspiraste para escribir este tema?
—Totalmente en la naturaleza, que es el único país de la libertad total que puede existir. No hay otro...

ALBERTO DEL PRIORE Fotos: RICARDO ALFIERI (h)
Revista Gente y la Actualidad
21 de febrero de 1974