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Miguel Cantilo
¿HAY JUGLARES TODAVÍA?
por Eduardo Berti

 

Revistero de rock

 

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Los carteles con su cara comenzaron a pegarse por la ciudad: "Salven al último juglar" . Y la cruzada parecía una campaña ecológica en pos de una especie en extinción, pero no. Todo era un sueño. El periodista despertó entre sudores y recordó la nota que había realizado la noche anterior con Miguel Cantilo. Pensó: "Tendría que tomarme todo esto menos a pecho". Se despertó y comenzó a desgrabar el reportaje.
"El último juglar", le había dicho a Cantilo, y el músico no se había manifestado tan en desacuerdo. "Reconozco", dijo Cantilo, "que son más los músico populares como Facundo Cabral quienes escriben largas letras; en el rock no es usual".
El motivo de la entrevista fue el nuevo disco de Miguel Cantilo: "Locomotor", evidente juego de palabras entre la locura ("la sana locura que quiero reivindicar") y el motor, "la pasión", dice Cantilo. Él ex-Pedro y Pablo y ex-Punch se define como un "cronista de costumbres, un letrista verborrágico y dylaniano" y muestra las letras del álbum, kilométricas, descriptivas, costumbristas y mordaces.
La charla recaerá especialmente sobre lo literario. ¿Busca Miguel Cantilo la síntesis en sus letras? ¿Le cuesta encontrarla? ¿Cómo afecta a su poética el hecho de que sus temas sean cada vez más cortos y emparentados con el rock'n' roll? ¿No tiene problemas para "meter" sus largas letras en esta nueva estructura musical?
Cantilo responde por partes. "Claro que busco síntesis", dice. "Lo que pasa es que soy muy detallista, casi cinematográfico, diría. No hablo de situaciones personales sino sociales. Es decir, la autocrítica ocurre a través de la observación de lo que sucede. Creo que a los argentinos nos falta autocrítica y nos sobra omnipotencia. Yo tengo necesidad de romper con esto; no para buscar los errores sino también lo grotesco de nuestras contradicciones, como la letra del País del Disimulo".
También reconoce Cantilo que "un LP condiciona la duración de los temas, principalmente porque yo mismo siento grandes ansias de meter la mayor cantidad posible de canciones. Pero en vivo me tomo todo el tiempo del mundo y hago versiones más largas. En cuanto a las letras kilométricas, imagínate cómo serian las originales... tuve que reducir varias. De todos modos me cuesta mucho dejar de decir cosas. Prefiero abandonar algunos recursos musicales -si no me queda otra alternativa- antes que abandonar lo que más me divierte: escribir".
¿Para cuándo un libro? "No sé", responde Cantilo. "Estoy preparando un libro de poemas que algún día voy a publicar. Todo lo que escribo fuera de las letras de canciones son poemas. Nunca salgo fuera de los limites de la poesía, que de por si son bastante amplios".
Cantilo opina que las nuevas camadas de músicos no traen letras interesantes. El periodista le pregunta si es que la gente ya no va a "escuchar" a los recitales y recuerda un reportaje publicado en El Porteño donde Bob Dylan acuerda con el escritor Sam Shepard (guionista de "París-Texas", entre otras cosas) que las palabras ya no sirven como antes. Cantilo admite que sí, que "ciertas palabras pierden sentido con el uso excesivo, pero la palabra cantada en inglés no es lo mismo que en castellano. Nuestro idioma aún no ha sido experimentado a fondo. La canción con contenido literario parece ser patrimonio exclusivo de los cantantes políticos, casi 'panfletarios', y aún no se ha desarrollado en otros campos", opina Cantilo. Pese a todo, Miguel Cantilo insiste en que también reivindica el rock con poca letra: el sensual, el que no "dice" mucho pero hace bailar y exorciza los demonios, "las presiones del sistema". Más aún, dice, "visto el fracaso de las terapias intelectuales que no dan resultado. Hoy, la música cumple un papel fundamental como cura de nuestras tensiones".
"Hay miedo a las palabras", opina Cantilo. "Es lógico, luego de todo lo que pasamos. Hay miedo a ser tildado de psicobolche. Hay miedo a la censura. Miedo a la palabra comprometida o a arruinar lo musical. Por eso, cada vez que aparece alguien que además de ser buen músico dice cosas, como Sting o como U2, deslumbra. Y el miedo trae una especie de falsa síntesis. Yo veo que existe una forma de letra muy peligrosa que es el telegrama: la imitación de la síntesis. En realidad, se trata de imitar un recurso; pero es muy difícil resumir manteniendo la calidad y el contenido".
"De los músicos argentinos contemporáneos rescato a los rosarinos. Me gusta mucho Fito Páez y, como letrista, Silvina Garré me parece muy talentosa. Es una poeta. Se nota que conoce el idioma y no tiene miedo a las palabras. Es que las palabras llevan consigo, incluso, un valor musical, aunque son prostituidas por el lenguaje cotidiano. El asunto está en, como dice Octavio Paz, gastar a fondo nuestro idioma. Utilizarlo como hicieron Discépolo, Espósito, Cadícamo, Atahualpa y el rock en sus primeras épocas".
Otras palabras, como decía Caetano Veloso, piensa el periodista, y le pregunta a Cantilo: ¿Por qué no hay buenas letras hoy, salvo algunas excepciones? Cantilo ensaya una explicación: "En este momento la seducción pasa por el sonido. Yo me volqué a la música atraído por monstruos que escribían a las mil maravillas, como Nebbia, Moris, Facundo Cabral, María Elena Walsh, Horacio Ferrer, la nueva canción en España y Francia. Había un contenido literario muy grande, todos leíamos mucho. Hoy, el desafío pasa por el sonido y la imagen. Los chicos entran a la música por lo sonoro y por la tecnología. Hay más información tecno e instrumental que literaria. Por eso es que muchos grupos van descubriendo el valor de las palabras recién en su segundo o tercer disco".
El peligro que Cantilo advierte en una sociedad donde la tecnología se vuelve rápidamente obsoleta y las modas cambian como ráfagas, es el afán de "tornar todo descartable". La costumbre del "use y tire". Cantilo sabe que la máquina traga a los artistas también y cita el ejemplo de Elvis Costello, "un tipo que hace cuatro años era 'lo último' pero la industria se ha ocupado de lanzar cien Costellos más en este tiempo".
Cantilo se siente dispuesto a pelear contra esto, "con las herramientas del rock". Dice no tener ningún problema de "hacerla de abajo" otra vez y no estar atento al éxito. "La palabra éxito, en realidad, viene de 'exit', salida, y ése es mi mayor éxito: dar a conocer lo que hago. Ya el hecho de poder trabajar y alimentar a mis hijos en este momento en que el país está lleno de desocupados; ya eso es un éxito".

EN EL PAÍS DEL DISIMULO
En el país del disimulo
sí hay un OVNI es un globo
y es un ilícito un robo
un genocidio es obediencia
y la apariencia es lo esencial
una coima es un arreglo
y el pueblo es una masa
que no sabe lo que pasa
por secreto sumarial
eso sí, con elegancia
van robando, van currando
eso sí, disimulando 
para que no quede mal.

Si hay miseria que no se note
aunque explote quien explote
en el país del disimulo
todos andan en el curro
en el país del disimulo
no pasa nada, ta' todo bien.

En el país del disimulo
los matrimonios se separan
pero el divorcio es un pecado
y se detienen gestaciones
aunque es súper ilegal
y el tal "flagelo de las drogas"
es un negocio redondo
desde los laboratorios
hasta el tráfico en prisión.
Eso sí, con elegancia
van robando, van currando
para que no quede mal.

En el país del disimulo
quiero ser un forastero
y no un cómplice del juego
esa franela hereditaria
de mentir para vivir
sólo soy un emergente
del país de lo evidente
con locuras y defectos
que no sé disimular
pero es cierto, me divierto
en el baile de disfraces
donde pelan esa frase
de careta y antifaz:

Si hay miseria que no se note
aunque explote quien explote
en el país del disimulo
todo anda como el curro
en el país del disimulo
no pasa nada, ta' todo bien
ta' todo bien.

revista cantarock
10/1987