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Jimi Hendrix moría en Londres. La publicación de los cítricos graffiti de Yoko Ono con la innecesaria y formal introducción de John Lennon, la suspensión del Festival de Lobos. Y para colmo, la separación de Almendra y las desventuras de Manal. Sobre llovido, mojado.
Nunca tanta orfandad para la música pop nacional. Alimentada por sondas de extramuros, en los últimos dos años, sin embargo, se cocinaron hornadas varias. De la esponjosa masa (Pelo publicó recientemente un informe severo sobre los 53 conjuntos que convirtieron al pop en el movimiento musical argentino más importante de los últimos veinte años), sólo dos se definieron con comodidad: Almendra y Manal treparon a las tapas de las revistas especializadas, posaron para los posters del underground nativo, llenaron auditoriums, coquetearon con los sellos grabadores y cumplieron con las demás reglas del folklore básico.
Los dos, supuestamente, actuarían por última vez en Lobos. Los organizadores del Festival sabían del impacto de la noticia. También quiso usarla el Club Huracán en el baile del último 29 de agosto. Pero los protagonistas faltaron al divorcio (público). "Si desean especular con la separación, sólo conseguirán que no nos presentemos", advirtieron esa vez los Almendra. Que para algo conocen la técnica del drop out y sus triquiñuelas.
Manal, por su lado, acuartelado en un luminoso chalet de Beccar, también desechaba las luces del centro. Los rumores hablaban de robo de cintas, desaparición de Javier Martínez (baterista y vocalista del conjunto) horas antes de un misterioso viaje a los Estados Unidos, que, finalmente, sólo cumplieron Claudio Gabis y Alejandro Medina, los otros integrantes del grupo.
Tanto desencuentro de versiones sin desmentidas apresuraron los titulares de revistas aún no especializadas, y de los canales de televisión. Unos y otros no fueron más allá del impactante anuncio. O menos, un conductor de tv quedó a mitad de camino con la pregunta-agresión frente a las cámaras del Canal 11. No pudo siquiera evitar que la imagen registrara, sin más, la salida de Almendra del estudio.
Osvaldo D. Ripoll (24), de Pelo, titulaba su editorial de setiembre: La crisis más grave de la música pop argentina. Pero esclarecía bastante más: "Nunca se pasó por un período de tanto estremecimiento en sus conjuntos como en los últimos días. Y, precisamente, entre sus grupos más destacados ...". Y quería ver promisorios costados: "No van a faltar quienes vean el embrión de una debacle total. Se van a equivocar. Porque todo esto significa que los conjuntos, los músicos y sus músicas están cobrando verdadera dimensión e importancia. Tanta, que hasta tienen crisis... Quizá, para aspirar definitivamente al plano internacional... con características locales auténticas".
QUÉDATE HASTA EL ALBA
El estreno de Woodstock perdía centímetros, páginas, en los comentarios de la misma revista. Y frente al silencio de los protagonistas del revuelo (obviamente aprendieron más de una lección; ahora saben hacer uso de la curiosidad periodística), la información se alimentó con algunos pocos hechos y hasta con escándalo. La historia negra de los grupos circuló con variantes que rozaban la droga, el divismo de las respectivas stars, separación necesaria para formar un "supergrupo" con los nuevos y millonarios equipos importados, el cansancio de la servidumbre del circo (groupies, plomos y fans). Lo único que faltaba: una japonesa fea y pacifista que alimentara más la hoguera. Pero no.
El medio no tiene incidencia en la separación de los Almendra. Están en su mejor momento discográfico. No sólo por el éxito de su primer l.p (más de veinte mil placas). Según Ripoll, "hasta las grabadoras les daban piedra libre, y el Teatro San Martín había aceptado estrenar su ópera".
La madrugada del sábado 26 de setiembre, en esa casi Abbey Road de Moreno al 900, el sereno de los estudios TNT trajinó un centenar de veces el camino hasta el portón de hierro. Evaporados de los aguantaderos habituales, Luis Alberto Spinetta (guitarra rítmica y canto), Edelmiro Molinari (guitarra), Emilio Del Guercio (bajo eléctrico), y Rodolfo García (batería), esa noche grabaron durante diez horas los primeros temas del último lp que realizarán como conjunto para la RCA (Para ir; Mestizo; Parvas; Toma el tren hacia el sur). Y los pasillos, las escaleras, se llenaron de expectantes seguidores del conjunto. Las planchas aislantes no cedían un sonido. Pero cada hora, como en una caja de caudales, la pesada puerta del estudio se abría: espacial, mágica, la voz de Luis Alberto se abismaba en un sueño sin laureles.
A pocos metros de Tim (ex integrante de los tnt, hoy, considerado el mejor ingeniero de sonido en el país), Aníbal Gruart se mordía los labios, acariciaba un flamante amplificador y repetía algo que desea aprender en los próximos días: "Como representante puedo decir que la separación estuvo siempre en el aire. Los talentos creativos, ya se sabe, son totalmente imprevisibles. ¿Los equipos nuevos? Un riesgo necesario. Además, individualmente era muy importante tener estos instrumentos. Lo que cuenta es que cada uno siga haciendo música".
En los últimos meses hicieron mucha. Pero se separan. Y eso que, en un ataque de entusiasmo, admiten que la música de esta nueva entrega "viene matando". Pero se separan. El stock de temas (la mayoría de Spinetta, como siempre) supera las posibilidades de un lp. Quizá se edite como lp doble. Pero se separan. Con su aparición —prevista para noviembre— también saldrá un libro con dibujos de todos ellos. Y fotografías. Pero se separan. Y hasta quizá se presente la ópera, Pero...
—Sí, pero voy a seguir tocando. Es lo único que sé (Emilio Del Guercio, 19).
—Yo estoy muy bien (Edelmiro Molinari, 22).
—Somos el conjunto de mayor recaudación. Lo más probable es que sea un chiste y no nos separemos (Rodolfo García, 24). 
—Lo que cada uno haga después, jamás será una suplantación de esto. Nosotros somos un conjunto hasta en la separación (Luis Alberto Spinetta, 19).
...Se separan. Y esa noche se fueron tras Spinetta, y sus nervios "que funcionan con más revoluciones que cualquiera de sus discos", como bien supuso un asistente del estudio,
Lo demás lo dicen los plomos, Ángel, el hermano de Del Guercio. O todo el mundo. Que habrá una despedida sin demagogias, sin tragedia. Que es la reafirmación de un estilo. Que los artistas pasan, pero las compañías grabadoras quedan.
¡¡¡AGÁRRATE!!!
Testigo de los primeros recitales en La Cueva, y de todo el devenir de las hornadas locales, J. C. Kreimer (25) apresura en estos momentos la corrección de ¡¡¡Agárrate!!! para la Editorial Galerna. A los "testimonios sobre la música beat de los últimos años" agrega sus conjeturas sobre el caso Almendra a caballo de una buena sospecha: "Los conjuntos de música beat ignoran la realidad social que viven. Reconocen: la sociedad de consumo los usa. Pero por otro lado se olvidan: todo es perecedero. Son grandes disociadores. ¿El mérito de Almendra? Dar una buena lección al resto de los conjuntos. En su mejor momento hasta parecen fieles a una ideología". Kreimer continúa su análisis: "Cada uno quiere hacer sus temas. Las separaciones en los Estados Unidos e Inglaterra se justifican por eso. Explicitan el liderazgo que naturalmente adquiere el autor de los temas. Pasó con Lennon y Me Cartney. Casi una ley del show business".
"Lo primero que buscan: no ser manejados por las grabadoras ni por un productor que les exija un éxito comercial. Además, quieren irse. Es el deseo contenido (o no) de todos ellos. Hasta ahora han viajado quince músicos, y el único que se quedó fue Litto Nebbia (en ee. uu.)", agrega, por otro lado, Ripoll.
Cierto: hay dinero, conciliábulos entre las grabadoras, importan al público, casi no hay batidas con la Policía. Y lo que es mucho mejor: por esta única vez no expenden una mercadería impuesta, complaciente. Perdónanos, Señor, nuestras culpas (trágico Club del clan).
Tan soberanos como Almendra, los tres Manales (Javier Martínez, Claudio Gabis, Alejandro Medina) desde hace un mes se sumergen en improvisaciones, tocan hasta el desmayo, se exilan en una confortable casa en Beccar. Los blues de la Avenida Rivadavia y Avellaneda se injertan con el soul más residencial de los pinos de Libertador. Acordes tan dolientes como Jugo de tomate ahora se destilan con lecho o con muy buen X.O. Level.
—¡Qué bárbaro, tocar! Produce lo mismo que cuando en el colegio frotábamos la regla de celuloide en la cabeza (Javier Martínez, 24).
—Te animás a cortarme las uñas de esta mano. Nunca pude cortarme con la izquierda las uñas de la derecha (Claudio Gabis, 21).
—¿El Gran Bonete dice que nos separamos? (Alejandro Medina, 20).
La separación también revoloteó sobre Manal. También en Lobos se presentarían por última vez. Pero no se separan. A punto estuvieron. Como todo grupo tuvo sus crisis. Pero no se separan Y las de Manal fueron graves: en dos años de actividad para el sello Mandioca (un apéndice musical de la editorial Jorge Alvarez), nunca recibieron pagos por regalías. Pero no se separan.
En un casi mono-diálogo de Faulkner, saben: "La música es una forma de vida. La nuestra. La gente de afuera que maneja la parte externa de nuestra forma de comunicación, quebró nuestra unidad". Y se oye el grito de Martínez. La barba rubia de Gabis se estremece hasta que el resto de la cara recompone la horma de profeta precoz: "La grabadora hizo todo lo posible para que nos separáramos". "Estaba visto que la Manal venía para nosotros esta vez", piensa en voz alta Medina con el alicate entre los dientes.
Semánticamente, todo se enriquece. Aparte de significar "fraseos delirantes y exactos, acordes dolientes pero vitales", Manal se acuñó en la cueva de Pueyrredón y Juncal, por deformación de aquella expresión. Después de numerosos brain-stormings, y de aún más "inspiradísimos nombres", los tres siguieron tocando juntos pero sin encontrar todavía un nombre.
—¿Te acordás, Alejo?
—(A dúo): Cronológicamente, imposible de fijar.
Lo fijó Ricardo Becher para su película Tiro de gracia, cuando los escucho. En los créditos del cast figuró, entonces, uno para recordar: Música, Trío Manal.
QUE PENA ME DAS
Establecida la relación, Medina dejó de tocar "en cualquier parte" (Di Tella, Mar del Plata, fiestas en Avenida Libertador, para el lumpen de Villa Constructora, en colegios de monjas en Lomas de Zamora, en un taxi camino a la grabadora). Y empezó la peregrinación por los sellos y los productores independientes: "Llámame mañana, macho". Antes, en el "apartamiento" de Medina, tomaron el repertorio clásico del R&B. "La gente decía que aquí no había público para esto". Y les faltaba equipo (Almendra solía prestárselo), e información: "Escuchar música, ver, tocar, estar en contacto con músicos que saben más que uno; en la Argentina es difícil". Pero estaban los discos de Little Richards y las improvisaciones.
Ya varias grabadoras se disputaban "la hegemonía". "Teníamos intenciones de producirnos totalmente. Una bellísima utopía aún hoy". Y entonces apareció "nuestro Brian Epstein": Jorge Alvarez y Pedro Pujó con su sello, Mandioca, la madre ("castradora") de los chicos. "La relación fue una total estafa. Nunca supimos lo que vendimos porque nunca nos dieron cifras ni regalías. A veces nos largaban algo para el alquiler de un departamento".
Con todo, "no podíamos parar de hacer música". Mayo es el mes de las revoluciones. Discográficas, al menos. El panorama local exigía mayor calidad de sonido, de interpretación, nuevas vetas instrumentales. "No podíamos comprar equipos... Uno se cansa de que le mientan y pretendan haberlo inventado y hasta de que lo difamen", aulla Martínez (baterista y autor de todos los temas del conjunto). Y entonces la Manal vino con pago adelantado de regalías por parte de rca (único antecedente que se conoce: el pase de Piazzolla y la Baltar de CBS a RCA, también). Y vino el viaje del eje Gabis-Medina a Nueva York para comprar "los tachos". Martínez se adelanta: "No viajé porque quería ahorrar algo de plata. Después envidié a estos locos que hasta tocaron en Wagon's Wheel, en Manhattan, con Curtis Knight, el organista que acompañaba a Hendrix antes de su viaje a Inglaterra".
Dice Gabis: Crisis tienen todos. Las nuestras fueron crisis de crecimiento.
—¿Qué pasó con Almendra? No tenemos contacto íntimo con ellos. Pueden haberse deteriorado a nivel de comunicación. La vida del grupo no la conocemos. Sabemos los chismes de Radiolandia. No nos preparamos para evitar rupturas.
No viven la relación del conjunto con sentido de futuro. Sólo reconocen que les hace bien trabajar juntos. Sin sobresaltos. Sin perder tiempo en averiguar si el manager los "traga".
—Nos hace bien ensayar, tener con qué tocar. No intentamos ninguna pre-terapia.
—¿Las sesiones en las clínicas del psicoanalista Alberto Fontana? No pasaron de un psicotest y de un diagnóstico precoz: mal manejo de los productores. Un apéndice que no debía sufrir el grupo.
El segundo LP de Manal sale también dentro de un mes. Estrenan no sólo el equipo. También nuevas dosis de una necesidad: "Producir el sonido de una generación que quiere creer". Así sea. 
ROSARIO AÑAÑOS
Revista Primera Plana
6/10/1970