Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Crecer un poco más
Seru Giran
Revista Pelo
septiembre 1981
Seru Giran
Esta vez no hubo conejitos ni bicicletas ni toscas mariposas, tampoco frondosos camouflages, solamente cuatro músicos, luz y sonido. Con una presentación muy sobria y contundente, Seru Giran dio su gran serie de conciertos anuales, durante un fin de semana completo, y a lleno total, en el estadio Obras.
La excusa para el festejo fue "Peperina", flamante producción de once canciones que los Seru Giran lanzaron como su cuarto álbum. Un número que ya habla nítidamente de un desarrollo y una sólida concurrencia de búsquedas y objetivos. Más claro: Seru Giran es un grupo, en toda la amplia acepción de la palabra. Tal vez por eso García ahora, y no antes, se predisponga a reformar una pequeña sociedad musical que le dio cierto rédito en el pasado.
Pero el presente es el que nos ocupa. Con la devoción, profesionalismo y entrega que caracterizaron eventos anteriores; García, Lebón, Aznar y Moro recorrieron un amplio repertorio que se basó en el nuevo álbum, y tuvo puntos elevados en viejos éxitos. El show fue simple, de una sencillez que permitió que la conjunción música-imagen pudiera darse sin altibajos. Un completo y bien utilizado equipo de luces y un sonido de la misma calidad fueron el marco adecuado para escuchar todo lo que los Seru tenían que decir.
Apriorísticamente, "Peperina" no impresiona como un álbum compacto; en él hay canciones que nítidamente se diferencian de nivel, literaria y musicalmente. La canción que da título al disco fue uno de los pilares del show. También "Parado en el medio de la vida" es una interesante melodía en la que David Lebón desplegó todo su sentimiento para cantar, al igual que en el blues "Esperando nacer", que tuvo una ardorosa y ajustada interpretación de guitarra.
La rítmica de Seru Giran forma un ensamble compacto, una perfecta interrelación entre el bajo y la batería. Pedro Aznar ha insistido tanto con su "sonido" de bajo, que finalmente éste se volvió una característica de la banda. Oscar Moro respondió con la justeza de siempre, ahora reforzado por un impresionante kit de batería. Fue notorio que el nuevo equipo le brinda la posibilidad de buscar matices y coloraturas totalmente nuevas.
David Lebón tuvo su momento solista con "San Francisco y el lobo", una canción
para reafirmar que es uno de los mejores vocalistas locales. Charly García trabajó con enérgica suficiencia en sus teclados, y cantó bastante afinadamente. "Cinema varieté", a dúo en teclados y voces con Pedro Aznar, fue un momento de gran nivel.
La otra parte de la fiesta, el público, cumplió sobradamente su cometido. García habló poco y sustancioso, lo suficiente para establecer que la banda está creciendo al igual que el resto del movimiento.
Revista Pelo
septiembre de 1981

 

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