Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


VIRUS
LA GENERACION DEL '80
Revista Pelo
marzo de 1985
Tras el éxito de sus presentaciones de fines del '84 en el teatro Astros, Virus inició una intensa actividad en shows por toda la provincia de Buenos Aires. Ahora, la banda vuelve a los escenarios céntricos para presentar a su nuevo guitarrista y demostrar que la aceptación que su disco tuvo durante el verano no fue una mera casualidad.
Federico Moura, líder de Virus, cree en el, arte popular y en que el rock "es una pista de despegue para ello''. Pero le asombra "que la gente siga tocando o vaya a ver a un grupo, si por ahí no puede comprarse la' ropa". Los que todo lo pueden o decidan prescindir de la ropa irán a ver y escuchar a Virus en el teatro Astros el 12 y 13 de abril. Allí se presentará el nuevo guitarrista. Daniel Sbarra, recién llegado de Francia, donde vivió durante once años y tocó con el grupo Anacrusa. con Miguel Abuelo y Uña Ramos. "El grupo es más íntimo ahora que antes" dice Federico al comentar la adquisición. Es un momento ideal para Virus. La gente canta "Me puedo programar" y "Amor descartable", del LP "Relax", editado en diciembre. El público afluye más a sus recitales.
F.M.: Tocamos en lugares más grandes para mayor cantidad de gente. El disco es bueno; el trabajo de conjunto es el mejor de los cuatro LP.

UN PROCESO IRREVERSIBLE
El concierto anterior fue también en el Astros. El que tienen programado para abril, ¿qué novedades va a ofrecer, comparado con el otro?
F.M.: Va a ser semejante al otro, hay algo como de continuación, pero al mismo tiempo vamos a dar algún elemento nuevo. Por ejemplo, vamos a invitar a Gonzalo Palacios, saxofonista de Los Twist, para tocar unos temas. Ya comenzamos a trabajar con el sonido del Astros. Me gustan las cosas en serio.
Como iniciadores de un movimiento musical que ha desembocado en lo que algunos llaman ahora "divertido", ¿cómo ven ustedes a los nuevos grupos que hacen música de ese tipo con fines comerciales y sin mucha seriedad?
F.M.: Lo lamento por ellos, porque debe ser una situación bastante difícil el estar haciendo algo exclusivamente por conveniencia. Si tocás lo que tenés ganas, te cansás bien; cuando haces lo que no te gusta, te cansás mal. En todas las generaciones surgen músicos talentosos y honestos y gente que no.
Cuando empezaste a crear ese tipo de música, ¿imaginas--te que algún día iba a tener tanto auge?
F.M.: Honestamente, sí. Siempre pensé que era un proceso irreversible. Sabía que iba a surgir una nueva corriente; es la generación del '80, que cambió sus formas musicales.
A veces piense que este se debe a la situación del país, pero vos hablás de algo mundial.
F.M.: Si el gobierno militar hubiera terminado cuatro años antes, seguramente que toda esta explosión de nueva música hubiera sucedido antes. Un paralelo podría ser España, que entró en un proceso democrático hace unos años y tuvo una maduración paralela en lo cultural, y específicamente en el rock. La política permite eso. Inevitablemente, la Argentina es en todos sus aspectos un país subdesarrollado, y las cosas llegan acá con un desfasaje de tiempo o chocan con una actitud fóbica de la gente contra las cosas que vienen de afuera. Sería más sano aceptarlas, y no ponerse en contra, retrasarlas, y después, cuando ya desbordan, asumirlas devotamente sin saber de qué se trata.
¿Es así o se siguen resistiendo internamente?
F.M.: Sí, se siguen resistiendo, acá y en todo el mundo. Hace cuatro años, tenías el pelo corto y te decían no sé qué cosas; ahora todos tienen el pelo corto. Si queremos realmente ponernos al día con el mundo, dejemos de tener ese sentimiento de propiedad. Somos un país lleno de proyectos y cada vez hay más gente que hace cosas.
Si cada vez hay más gente que hace cosas, ¿por qué parece haber cada vez menos gente para asistir a esas cosas?
F.M.: Lo que pasa es que hay muchos espectáculos. Eso lo relaciono absolutamente: con el problema económico. En última instancia a mí me asombra que la gente siga tocando o vaya a ver a un grupo si por ahí no puede comprar se ropa. Es todo muy miserable. Se venden pocos discos, pero va a seguir existiendo el público vacuno que compra lo que le venden. Yo aspiro a que la gente pueda detectar lo más posible lo que consume.
Hace un tiempo me hablaste de que lo popular no necesariamente debe ser malo.
F.M.: Vos podés ser popular porque la gente se identifica con lo que decís, pero también podés ser popular porque decís lo que la gente quiere escuchar. Yo creo en los "Best-sellers". Cuando toco ese tema nombro a un pintor, Molina Campos, el de los almanaques. Un arte tan refinado puede tener cosas veladas para el gran público y otras que son legibles para todos. Todo el mundo tiene sensibilidad. Los cuadros de Molina Campos son geniales y populares; vas al último almacén de Santiago, y está presente.
¿Por ahí sin saber que se trata de él?
F.M.: Sí, por ahí sin saberlo. Tampoco sé si va ir gente al Astros o si va a gustar del LP. Quien crea saberlo, pobre de él. Yo creo en el arte popular, y el rock es una pista de despegue para ello. Te puedo hablar de los Rolling Stones, que son un ejemplo de lo que son el artista y el público en comunicación, y no en sentido vertical sino en el verdadero.
Míralo a Gardel.
F.M.: Claro, exactamente; el tango tiene puntos literarios y musicales maravillosos. Lo que pasa es que en nombre del arte popular se han hecho muchas porquerías.
Hablame de tus letras. ¿Cómo escribís, cómo componés?
F.M.: Básicamente, sé que no soy un escritor de letras. Me cuesta escribir. Trato de no ser estúpido. Me gusta crear nuevas formas de hablar; por ejemplo, "el cerebro hay que masajear". No creo que sea un lenguaje popular; no creo que sea tampoco del lunfardo. Me gusta la significación psicológica que tienen las cosas. Llega un momento en que dejo que fluya la cosa. Es concentración. Se me aparece una imagen y después me concentro. Trato de ser coherente, entendible.
¿Te atacó nuevamente la claustrofobia por el país de la que hablaste en una entrevista anterior?
F.M.: Sí, estuve en Brasil en noviembre, en enero, y fue un respiro. Y en ese respiro decidí que tenía ganas de pasar más tiempo en Rio. Me voy en mayo otra vez. Mi idea es trabajar un poco; me llevo instrumentos.
¿Vas a trabajar en el material del próximo LP?
F.M.: Sí, voy a trabajar en eso. Tengo ganas de trabajar tranquilo, con otro contexto.
En la medida en que pueda cumplir mis fantasías, tengo que hacerlo. Mirar a la Argentina desde afuera es muy bueno.
Si no, que lo diga Daniel Sbarra.
D.S.: En Francia yo toqué como músico de sesión o acompañando a cantantes trabajé con charango y con guitarra española y eléctrica. Con Federico, en el '75 habíamos hablado de hacer cosas juntos, y en el '77 "nos encontrarnos de casualidad en París. Durante dos meses habíamos tratado de comunicarnos, pero en vano.
F.M.: Dos horas antes de irme de París me encontré con Daniel en el subte, de casualidad.
D.S.: Con mi familia decidimos volver, pero podía haberme quedado toda la vida en Francia. Vengo redimido a la Argentina.
F.M.: Desde afuera podés ver las cosas de otra forma. A mí Buenos Aires me gusta. Me gusta el Centro. Me gustaría vivir en Avenida de Mayo, como en la Avenida de Mayo. Los españoles te atienden bien. Generalmente, en otros lugares de Buenos Aires te sirven porquerías, te tratan mal, te intoxican. Yo me muevo por esos estímulos en la vida. Lo que un rockero llamaría "por las ondas". Me gustaría cantar para los brasileros en portugués; me gustaría cantar para los chinos, en chino; para los rusos, en ruso. Me encantaría.
Febe Defelipe

 

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Federico Moura
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