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JUGLARES
VERSÍCULOS PARA CANTAR


Vox Dei (Smilari, Basoalto, Quiroga, Soulé?

Revistero de rock

 

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Ricardo Soulé


Soulé, Smilari, Quiroga, Basoalto

 

 

¿Y ahora qué piensan hacer?
—Y mira, yo voy a crear una bala para que todos viajemos adentro, juntos por la calle.
—Y, voy a fabricar un plato volador.
—Pero eso es muy viejo.
—Sí, ya lo sé, pero el mío va a ser a pilas.
—Yo ya tengo uno que funciona así.
—Bueno, pero entonces ¿quién es el inventor, vos o yo?
Concluía la entrevista con Vox Dei (Ricardo Soulé, 21; Willie Quiroga, 28; Rubén Basoalto, 22; Nacho Smilari, 23), uno de los conjuntos de la avanzada beat argentina. Contorneado con un blue jean de los que se destiñen por el uso, con orillos prolijamente desflecados y una camiseta lila que lo ceñía hasta hacerlo encorvar, Soulé —luego de enhebrar algunos delirios— confesó su único desvelo: seguir haciendo música.
El resto del grupo coincidía: "No podemos vivir sin tocar. Nuestro reino por una guitarra". Días antes de acceder a la charla —pese a que "esto no nos gusta nada. Tampoco que nos saquen fotos en la calle"—, la Curia aconsejaba la difusión durante la Semana Santa de La Biblia Vox Dei, el último disco grabado por el cuarteto. Era el golpe publicitario que esperaba el sello editor Disc Jockey. "Hicimos lo posible para que el álbum (dos long plays) ganara la calle antes de esa fecha", admitió Marcelo Rey, un ejecutivo de la empresa.
Todo marchaba sobre rieles, hasta que un ucase de Darío Castel aterrizó en los predios de la editorial. Instigado por algún diablillo preconciliar, el flamante asesor de radiodifusión recordó la prohibición de propalar temas cantados durante los días del luto cristiano. Eran las 20.30 del Jueves Santo y hasta el Domingo de Resurrección La Biblia quedó relegada a la categoría de los temas prohibidos. Cosas de nuestra idiosincrasia. Pasará un poco de tiempo / y ya no me verás / y otra vez pasará el tiempo, / y a verme volverás (Libros Sapienciales).
NO ES ESTA TIERRA, NO...
... sueño color azul (Profecías). "El hombre es una máquina —se asombran Soulé y su bella gente—, todos se acuestan y se levantan, trabajan, comen, duermen, guardan el sábado y el domingo para divertirse, y tampoco se divierten. Todos están determinados." ¿No es quizás, / que no sé mirar? / ¿Cuánto, cuánto hay a mi alrededor? / Más de lo que mis ojos pueden mirar / y llegar a ver.
"Nosotros, en cambio —se distinguen con una pedantería que roza la inocencia—, vivimos como seres humanos, somos una gran familia." Hace un tiempo abandonaron una quinta que alquilaban por 90 mil caducos, en San Justo. "Sí, estuvimos en la quinta del Ñato", bromea Smilari, quien se incorporó a la barra después de La Biblia, en reemplazo de Juan Carlos Godoy, vocalista (además, guitarra rítmica).
Ahora, instalados en sendos departamentos, suspiran por arrendar otra casa y repetir la experiencia de la vida en común. Vengo de muy lejos a vivir. / En la casa que está detrás del río. / Vuelvo a buscar nomás lo que es mío. / Es una promesa que debo cumplir. / Voy a cortar la hiedra que la envuelve 'y le da frío / y a voltear el muro que me cierra el camino / y a quemar los árboles que no son míos (Guerras).
"Estamos todos bautizados, pero no pertenecemos a ninguna religión", se apresuran a explicar los jóvenes. La negativa no implica escepticismo. Prueba de ello es qué predicen incansablemente que "Dios está en todos". Soulé, portavoz y poeta del clan, arremete con una estrofa de su Génesis: Hombre que te miras en las aguas para ver quién sos. / Mírame si quieres verte / porque a imagen mía sos. También confían en el hombre. Esto, a pesar de todo. Quiroga, hirsuto (bajo y voz), lo define así: "Todo bueno, todo malo". Mucho más fácil es creer, / mucho más que matar. / Por ser hombre soy tonto, / busco fe donde no está (Cristo).
Y TE CERRARAN CAMINOS...
... por decir lo que es verdad / pero nunca estarás solo / porque allí yo voy a estar (Libros Sapienciales). "Elegimos la Biblia como podíamos haber elegido cualquier otro libro sagrado. Pero nos decidimos por ella porque nos resultó más accesible", se expide el polifacético Soulé. El conjunto, que denuncia la constante agresión policial contra sus opulencias pilosas, invirtió nueve meses en gestar la obra y 150 horas para grabarla en los estudios TNT.
"Nuestra Biblia es netamente humana —desliza Soulé—. Yo creo en Cristo, creo que es el Hijo del Hombre, como digo en el disco." Y se contaron todas estas cosas. / Y fue así. Así (Génesis) .
Entre todos elaboraron la música, una mélange de ritmos y estilos que tiene como base irrefutable el rock and roll. "Somos discípulos de Elvis Pérez", corean. La letra es propiedad privada de Soulé: "Me costó mucho escribirla. Usé giros idiomáticos comunes para contar algo tan difícil como la Biblia. Hoy sé que apenas estoy abriendo la puerta." Ahora caminemos que hay mucho por andar / ya vamos a estar / sentados y en paz (Libros Sapienciales).
Los iniciados bautizaron a su engendro "confonía". "El término lo inventamos nosotros. Quiere decir sinfonía con voz" —sostienen muy orondos—. A lo largo de ella, las frases musicales se repiten en todos los temas. "En La Biblia Vox Dei hay de todo —testimonian sus progenitores— y más que nada improvisación. Mucha zapada." Los cuatro emprenden, más o menos formalmente un tema, y luego se pierden en un laberinto propio, que van tejiendo según sus caprichos.
A pesar de que ellos aseguran que son coprotagonistas de una composición esencialmente musical, texto y sonido se corresponden. Los sacerdotes de la música progresiva, aseguran que aun ahora, después de haber grabado el disco, siguen modificando sus temas. "El texto está preñado de definiciones" —pontifica su creador—, y se complace en tararear alguna: Cuándo todo era nada, era nada el principio. / Él era el Principio y de la noche hizo luz (Génesis).
"Eso es Dios" —redondea—. Además, como sus camaradas, cree en muchas otras cosas. Algunas: que "el bien es relativo"; que "Dios es un hilván que nos mantiene unidos a todos; que "ambas biblias son una alarma" y, sobre todo —lo reitera hasta el cansancio, con cara de pena—, que "todo está muy confundido". "La música —continúa— es un fin y un medio, nosotros la usamos para dar el mensaje. No dominamos otro elemento que sirva para comunicarnos." De sol a sol / labrando tierra tendrás tu pan. / Todos los ríos van al mar / pero éste nunca se llenará (Profecías).
Sin sombra de prejuicio alguno, el cuarteto consiente que: "Al grabar los discos pensamos hacer algo que se vendiera. No podemos esperar que, como artistas, nos adopte un mecenas. Ya no los hay. Pretendemos seguir viviendo de nuestro trabajo", se ilusionan, mientras señalan el álbum ideado y diagramado por ellos, incluso el poster central y los poemas que lo ilustran.
Después de La Biblia, Vox Dei resolvió abandonar la animación de shows en clubes y confiterías. Ahora, quemarán todas sus energías en recitales en teatros. Ya no habrá más calma / Ya empezó el final. "Desde un escenario podemos hablar con el público y hacerle reconocer a algunos, después del diálogo, que son unos tarados." Casi nada. "Qué le vamos a hacer —exhala Basoalto, batería y percusión, casado, una hija—, por la puerta de un teatro entra de todo, no podemos poner una red para seleccionar a la gente." Bueno, hacerlo sería autofrustrar sus intenciones evangelizadoras. Buenas y malas son / cosas que vivo hoy (Profecías):
Vox Dei tiene su propio pecado original y lo oculta celosamente en el fondo de la conciencia. Mientras sus miembros alardean de haber hecho siempre música con mensaje, cualquier fanático memorioso podría recordarles su concesión inicial: incluir en el primer LP perpetrado por Jorge Alvarez (Mandioca, underground), el tema estrictamente comercial Azúcar amargo. Un rock and roll balbuceado sin entusiasmo por los adolescentes.
Después quedaron ligados al sello Mandioca (madre de los chicos) por un contrato que, estos místicos, rescindieron al no cobrar regalías durante un año. Para entonces, grababan para Mandioca y Disc Jockey, su última creación. La primera se ocupaba de financiarla, la segunda de los rubros: promoción, difusión y venta, como tantas otras veces. Pero en rigor —según delató un pope de Disc Jockey—, "nosotros éramos también los que poníamos la plata. Alvarez, molesto por la ruptura provocada por sus protegidos, robó las cintas y las ofreció a distintos sellos. Terminó por devolverlas. Nadie las quiso porque la obra estaba inconclusa".
Entonces, Disc Jockey continuó solo la hazaña, que le costó seis millones de los viejos. Sin embargo, los peludos vates musicales se vanaglorian de vender 600 ejemplares diarios. "Momentito —se alarma el testigo—: los chicos todavía no preguntaron cómo va la venta. Por lo único que se preocuparon hasta ahora fue si realmente nos interesaba su creación". Cosas de artistas.
Mientras tanto, Manuel María Rodríguez Luque —presidente de la editora— se prepara para difundir y vender personalmente en Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Portugal e Italia, a las negras placas redondas. Otro cruzado de la empresa, las está haciendo conocer en América. Todos ponen ahora sus desvelos en pro de la difusión universal. Es que es el más arriesgado intento cometido por la firma. Claro, confían en la efectividad de los auspicios celestiales que Monseñor Emilio Grasselli (secretario de Caggiano y amigo de Rodríguez Luque) no titubeó en otorgar a la experiencia, a través de un prosaico volante que acompaña a cada álbum. La hojita ensalza el espíritu eminentemente cristiano del engendro.
Pero "si la cosa puede rotularse de cristiana es por pura coincidencia. Nosotros nos atrevimos con la Biblia y la interpretamos desde nuestra condición humana", enfatizan los músicos. Puntos de vista. Todo tiene un tiempo bajo el sol. / Porque habrá siempre: / tiempo de plantar y de cosechar. / Tiempo de hablar, también de callar (Profecías). Y de vender. ¡Caramba!
El mensaje, que encierra toda la sabiduría de El Libro de los libros, pulula ahora por las calles porteñas, aprisionado bajo el brazo de jovencitos de sweaters estrechos y cabellos largos. Algunos de esos exponentes reconstruye ron la semana pasada, ante primera plana, las peripecias que les exigió la adquisición de La Biblia. La mayoría de los iniciados en la vanguardia místico-beat carece de una entrada mensual capaz de saciar sus apetencias músicales. "Para comprar el álbum, ahorramos unos pesos entre todos los de nuestro grupo, exactamente dos mil novecientos noventa, lo que cuesta —testimonió Luis Alberto Molinari, 19, estudiante de Antropología—. Ahora es de todos y nos reunimos algunas noches para escucharlo y meditar sobre lo que dice", redondeó.
Mientras la infiltración se produce masivamente, y como es lógico, a nivel de los más jóvenes —entre 17 y 25 años—, el cuarteto alejado del mundanal ruido continúa perfeccionando su obra. El haber grabado el disco no significa que todo esté terminado. "En los recitales daremos a conocer una versión diferente de nuestra propia Biblia", consintieron los inspirados músicos. Algún fanático agregó, al enterarse, "sólo puedo decir: Así sea".
PRIMERA PLANA 
18/V/71