Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Recitales
Sui Generis
Cama preparada para dos
Revista Pelo
abril 1973

Un año atrás, integrando una troupe de nombres tan desconocidos como el de ellos. Sui Generis insistía con su música desde húmedo y maloliente del teatro ABC, hoy convertido en cinematógrafo de inocentes películas pornográficas. En esa época se trataba de un cuarteto, reducciones posteriores lo convirtieron en dúo. El primer viernes de abril pasado esa misma música thanshuman de teatros porteños de segunda categoría, ascendía con bastante publicidad y promoción al escenario del teatro Astral, nueva meta consagratoria de la música nacional con actitud progresiva.
Un día antes de esta presentación (la primera que el dúo hacía como único integrante del espectáculo) la mayoría de las localidades (mil pesos viejos la platea) estaban agotadas; pocas horas antes del espectáculo mil personas disputaron (algunas veces con violencia) las escasas doscientas ubicaciones en el pullman, Adentro era real el clima festivo: un sortilegio que sólo se da tres o cuatro veces al año en los recitales muy esperados, Y el de Sui Géneris era realmente un acontecimiento que había despertado expectativa. Quizás un poco equívocas: muchachas que no son las habituales dentro de los recitales, habían concurrido en racimos de cuatro o cinco, algunas veces acompañadas por "alguna persona mayor". El "equívoco" ha surgido a pesar del propio Sui Géneris: su tema más conocido, "Canción para mi muerte", fue malinterpretado y se creyó que trataba sobre la relación entre un hombre y una mujer, lo que seguramente, debe haber despertado las ternuras y ruborizadas pasiones entre el público más adolescente totalmente deslumbrado por la buena parábola del estribillo: ".. .y prepararás la cama para dos..."
La gran cama fue el teatro Astral donde mucho público concurrió para presenciar una ceremonia, una letanía porteña (que seguramente viene del tango) implícita en varias de las letras del dúo y, obviamente, en su canción principal. Ellos son perfectamente conscientes de lo que ha ocurrido con "Canción para mi muerte", inobjetable artífice de su repentina popularidad, inclusive aclaran en el disco perteneciente a la banda de la película "Hasta que se ponga el sol" que no se trata de una mujer, sino —como es obvio para cualquier inteligencia mediana— de la muerte.
Ese tipo de confusiones no ocurre solamente por casualidad, o por una eventual posición fronteriza de la letra, ocurre que todo el trabajo de Sui Géneris linda con lo romántico, lo dulce, la relación de pareja, en definitiva con los habituales clichés de la babeante música complaciente del ramo. Pero hay algo, sin embargo, que separa al dúo de ese mar transitado de pavadas y que, cierta parte de su público parece no haber advertido: su corrosiva ironía, el humor negro, el desarraigo del amor en una sociedad alienante, esa mezcla de impotencia y lucha característica de las generaciones más recientes. Todo esto, aunado a un verdadero sentimiento en el que se entremezclan el amor de verdad, la ternura como auténtico gesto de entrega, hace de la temática de Sui Géneris un valioso rescatador de clima tan intrínseco de los argentinos. El dúo asciende como el verdadero materializador de un camino que, alguna vez, intentó transitar la calidez descriptiva de Luis Spinetta y el constante sentimiento melancólico de Litto Nebbia. Esto no quiere decir que estos nuevos intérpretes tengan jirones de ambos compositores. Por el contrario el trabajo de composición e interpretación de Charlie y Nito es claro e innovador, son sí las síntesis de una proclividad nacional, son quizás una de las asociaciones más auténticamente argentinas que ha dado la música con actitud progresiva de los últimos años.
Y eso no es atribuible a la magia, verdaderos integrantes de una nueva generación de músicos, Sui Géneris, ha recibido un trabajo y una influencia tamizada por quienes hicieron el gasto en el primer paso: almendras, manales, gatos y otros.
El carisma, ese poder del espíritu con influencia sobre los demás, tiene además algo que ver en el dúo: ciertos climas intimistas o burlones surgen de algo más que su música, ellos dos como intérpretes tienen una imantación especial, son realmente verdaderos "intérpretes" expresivos de lo que cantan. Cierta timidez se transforma a veces en desenfado y todo parece desarrollarse en un balance de naturalidad, pero simplemente porque son naturales.
De todos modos aún les queda por superar una barrera importante: ésa de la mal comprendida "cama para dos" que puede perjudicarlos en sus trabajos futuros. No quedó bien claro, para cierto sector del público, que Sui Géneris no es una variante exquisita o snob de Juan Marcelo. Y ellos quizás tengan que esforzarse un poco —a riesgo de perder parte del sorprendentemente amplio público que los sigue— para deslindar su música, poseedora de una vitalidad y una renovación que, además, demuestra que el campo no está todo trillado y que la música popular con actitud progresiva no se terminó, como quieren algunos chantas y varios despistados, en los grandes grupos del año setenta.

 

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Sui Generis
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