Revista Siete Días Ilustrados
05.10.1970 |
Ejercitando esa ruidosa agresividad que los instaló en una
envidiable posición dentro de la música moderna argentina, cuatro
juglares pelilargos proponen una inédita experiencia: recrear La
Biblia en ritmo de rock and roll
Acompañan con un silencio expectante cada palabra, cada gesto, como
si escucharan litúrgicamente un sermón dominical. De pronto, en la
lenta cadencia irrumpen voces y sonidos agresivos; sacudidos, los
fans abandonan ese estado de contemplación ritual y agitan los pies,
tamborilean con los dedos, entornan los ojos, esperando el final
para desbordar en aplausos y gritos. Es entonces cuando, parapetados
detrás de sus armas de batalla —dos guitarras, bajo y batería—, los
cuatro melenudos consiguen la comunicación que estaban buscando
desde el principio. Todo empezó en mayo de 1968, cuando un conjunto
identificado con el sugerente nombre de Vox Dei debutó en la
confitería Macú, de Quilmes. Lo integraban Aníbal Willy Quiroga (26,
soltero, contrabajo), Carlos Yody Godoy (23, soltero, guitarra),
Ricardo Soulé (20, soltero, guitarra) y Rubén Basualto (22, soltero,
batería); un mes después registraban su primer simple para el sello
Mandioca: Azúcar amarga y Quiero ser. De allí en más, Vox Dei se fue
perfilando como uno de los conjuntos argentinos de rock and roll con
mayor cohesión y musicalidad. "Nuestra música es troglodítica
—neologiza Aníbal Quiroga—. Como nos gusta inventar palabras de
troglodita y apocalipsis obtuvimos la mejor definición de lo que
hacemos. Aunque también puede llamarse confonía, es decir, sinfonías
con voces."
Simples, imaginativos, los integrantes del grupo evidencian un
inocultable interés por buscar la originalidad. De allí Vox Dei:
"Porque no se parece a nada y porque nunca
se ha utilizado el latín para denominar un conjunto". No obstante,
las letras de sus temas muestran también el afán de expresar, en un
lenguaje elemental, hechos cotidianos. "No son canciones de protesta
—aclara Soulé—, sino pequeñas historias como cuentos, como días de
una vida." Y ejemplifica canturreando una estrofa de Presente: "Y al
final del día / siempre me doy cuenta / que empiezo cada día, muero
cada día / ya no hay mañana".
Convencidos de la madurez de su música se despreocupan por
encontrarle antecedentes inmediatos y asumen influencias de todos
los que crearon sonidos, de Bach al malogrado Jimmy Hendrix. "Todo
lo que se es no se improvisa —filosofa Yody Godoy—. Por eso estamos
trabajando para hacer La Biblia." Una temática que, al parecer, no
los arredra, como que tienen preparada ya la primera parte,
correspondiente al Viejo Testamento. Con orquestación y palabras de
Soulé y escenografía de Quiroga, los primeros tres movimientos del
milenaria texto (Génesis, Moisés y Josué) serán vertidos en el más
irreverente ritmo de rock and roll, aunque con reminiscencias de
música hebrea. Los dos restantes (Libros sapiensales y Profetas
menores) se intentarán en folk, con guitarra, bajo, armónica y las
cuatro voces. "La segunda parte —que consta de dos movimientos:
Jesús y Apocalipsis— sólo está esquematizada —deplora Quiroga—. Aún
no la ensayamos."
Pero no sólo el ámbito sagrado los seduce. Astrología, ocultismo,
ciencia-ficción y filosofías orientales son fuentes propicias para
abrevar canciones y buscar un lugar en el mundo. "A veces creo que
estamos trasplantados —fabula Quiroga—. La tierra es una gran maceta
y el hombre no ha llegado todavía a su lugar de origen." Entre
rasgueos y chasquidos de platillos, acceden, no obstante, a cierto
realismo, confesando un ingreso conjunto de 200 mil pesos mensuales,
a los que hay que agregar lo producido por giras al interior y
actuaciones en clubes juveniles. Aunque, desde el punto de vista
económico, las esperanzas están depositadas en su último long-play:
Vox Dei Caliente. "Es que cada tema, antes de salir, tiene un lapso
de maduración bastante largo —justifica Godoy—. Música y letra son
pulidas hasta el cansancio, para que cumplan, al llegar a los demás,
el propósito con que están hechas: comunicarnos y obtener un grado
lógico de trascendencia." Algo que no significa hacer concesiones,
según Basualto. "Nuestros temas los hacemos comprometidos con
nosotros —excluye—. Obviamos al público, no al hombre,". Eclécticos,
confiesan sus preferencias por Ray Bradbury, Patoruzito, Superman,
La Biblia, Ernesto Sábato, Agatha Christie, las películas de terror,
sus propios discos y, sobre todo, la música. "Porque es alma, vida y
un millón de palabras que aún no se han inventado para definirla."
Desde la batería, un suave redoble parece convocar el entusiasmo del
cuarteto. "Sólo en ella está la libertad", murmura Basualto. Y
desata un huracán de sonidos.
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