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Rómulo Macció
Parece neofigurativo y sin embargo es abstracto, surrealista
o cualquier otra cosa. Seguramente, ni él mismo puede
definir su estilo." El dardo, disparado asiduamente por
cierta crítica local, apunta a la indefinición estilística
que parece rondar al plástico argentino Rómulo Macció (38,
tres matrimonios y una hija). Una presunta ambigüedad
pictórica que no le impidió cosechar numerosos trofeos:
desde que en 1958 arrebatara el primer premio en la muestra
del ahora postergado Instituto de Arte Moderno de Buenos
Aires, un alud de recompensas comenzó a derramarse sobre las
obras de Macció. Las más importantes: segundo premio en la
exposición del Instituto Di Tella de 1962, detrás de
Clorindo Testa; primer premio del Salón Internacional de
Pintura 1963, en la misma institución; Gran Premio de Honor
del Salón Nacional 1967. Simultáneamente, las telas de
Macció recalaban en numerosas galerías y colecciones
privadas extranjeras. Hacia fines de 1963, el potentado
marchand francés André Scheller lo convocó a una importante
exposición en París, el primer suceso a nivel internacional
de R. M. Luego seguirían sus aportes individuales para la
galería Bucholz, en Munich; Edurne, en Madrid, y Bonino, en
Nueva York, las tres en 1965. El pabellón argentino en el
Festival de Venecia y la Casa de las Américas de La Habana
también requirieron la presencia de sus cuadros en 1968; un
año más tarde, algunas obras de Macció viajarían a Nueva
York, donde restallarían en las paredes del Center For Inter
American Relations. En cuanto a muestras colectivas, R. M.
remitió creaciones al Salón de Mai 1968, en París, y al del
New Art of Argentina, de Minneapolis, EE. UU., el año
pasado. Un curriculum que el discutido Macció enriquecerá
muy pronto, cuando a mediados de este año se embarque con
destino a España, portando sus últimas producciones para
exhibirlas en las principales galerías madrileñas.
Revista Siete Días
30.03.1970 |
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