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LA CARTA AL PAPA PABLO VI
Buenos Aires, mayo 6 de 1966
A Su Santidad, Supremo Pontífice de la Iglesia Católica
Apostólica Romana;
Papa Paulo VI
S/D.
Yo, Juana Ibaiguren de Duarte, humilde servidora del Señor, me
dirijo a Su Santidad, con profunda unción cristiana, rogando su
piadosa intervención.
Soy madre de La que con vida fue doña María Eva Duarte de Perón,
fallecida el 26 de julio de 1952. Desde el día 13 de noviembre
de 1955, soporto con entereza y resignación cristiana la
dolorosa incertidumbre de desconocer el destino dado a los
restos mortales de mi extinta hija.
Dios puso a prueba mi fe y con profunda bondad me dio las
fuerzas necesarias para sobrellevar más de 10 años de dolor, de
fatigosas súplicas, de constantes gestiones ante todas las
instancias humanas, en procura de asegurar la inviolabilidad y
paz cristiana del sepulcro.
Pero he llegado a una edad de la vida en que las fuerzas
flaquean ante tanta injusticia de los hombres, que posponen
principios éticos fundamentales a sus ambiciones y luchas
políticas, que no comprendo ni jamás podré comprender.
Ruego a Su Santidad que, con su suprema investidura, interceda
ante quien corresponda para que cese esta incertidumbre.
Desprovista de toda finalidad política, con la única mira de
asegurar el culto reverencial de los muertos queridos, en paz y
tranquilidad, invoco la protección de Dios para que ilumine a su
supremo pastor, el camino adecuado para el logro de mi justa
petición.
Dios guarde a Su Santidad.
(En la foto la madre y hermana de Evita)