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espiando los 60's
la década cuando todo pudo ocurrir
TODO EL AÑO ES
CARNAVAL
La juventud rechaza lo convencional y triunfa el pop, los happenings y las melenas.
por Ramón Nodaro y Lucio Fernando Robles
Meses
atrás, luciendo un impecable bigotito, un joven apareció completamente desnudo dentro de
una jaula colgada del puente Mitre, en Avellaneda. Acababa de recibirse de medico y sus
amigos le gastaron este "homenaje". El humor porteño, casi siempre amargo,
frecuentemente paradójico, se expresaba así mediante una extroversión surrealista.
Violentando el calendario, el porteño espera que llegue el ya exánime carnaval para
ponerse el antifaz y quitarse la careta cotidiana. Cualquier oportunidad es propicia para
que el introvertido ciudadano dé vacaciones a las convenciones sociales: el triunfo del
club favorito (también su derrota), las fiestas de fin de año, el día de los inocentes,
las despedidas de soltero... Pero si bien hay fechas y acontecimientos claves, para muchos
porteños "todo el año es carnaval. La expresión mas resonante de tal actitud fue
en 1966 el happening , que se difundió entre nosotros con inusitado furor.
De Tarzan al
"Shocking-show"
"Los
argentinos estan llenos de complejos e inhibiciones. En cambio, nosotros, si queremos
levantarnos a las 12, pintar o farrear, hacemos nuestro gusto"...Susana Salgado
(ganadora del primer premio Di Tella 1966) explicaba así la extraña indumentaria que
exhibía en Florida y Paraguay. Tocada con un turbante hindú, llevaba un tapado con los
colores de Boca Juniors y zapatos blancos de maratonista. Dalila Puzzovio, que la
acompañaba (vestía una piel de leopardo con un carcaj lleno de flechas a la espalda),
arguyo a su vez: "En este país falta el sentido del humor. La gente es demasiado
convencional, demasiado vulgar, demasiado burguesa...¿como decirlo? ¡No tienen
imaginación!".
En Septiembre, mientras se realizaba en el Plaza Hotel de Buenos Aires la acartonada
inauguración de un salón de arte aplicado a la industria, un exótico grupo ingreso ante
el asombro del publico: provistos de mochilas, picos y palas y vestidos con violentas
minifaldas y ropas de astronautas, los miembros del club La Mordedura Tierna entonaron su
canción favorita: Arrorro mi nene,/ arrorro mi son,/ arrorro caballo,/ de mi
corralón..."No se por que estos cuellos duros no nos toleran", se quejó
después Carlos Squirru, integrante del grupo. Días antes, en una exposición de sus
cuadros realizada en una galería céntrica, el bahiense Gustavo del Rió (18 años, usa
melena hasta los hombros) sorprendió a los asistentes con un Shocking-show: hizo apagar
las luces y se presento con un balde de agua, y un jabón, con los que se lavo la cabeza,
la cara y los pies. En Diciembre, los miembros de la Mordedura Tierna se arrojaron con
todas sus ropas e instrumentos en la fuente de Córdoba y Av. 9 de Julio, en la Capital, y
la estudiantina alboroto las calles con sus estribillos; algunos desfilaron con flautas y
tambores: Las clases ya acabaron, / la vida es carnaval, / por yugarla de alumno me
premiaron, / con un rebenque y un bozal...
El carnaval ha muerto:
¡Viva el happening!
El
año pasado, "el carnaval del mundo" sentó sus reales en Buenos Aires: en la
galería Witcomb, los asistentes a una exposición fueron cubiertos por una asfixiante
cantidad de papel picado, mientras muchachas de moquini perforaban los tabiques de
tergopol y colocaban sus pechos en los agujeros: era el reinado del happening,
espectáculo que tiene en nuestra ciudad una de sus capitales. Según sus teóricos, el
happening, constituye un híbrido del teatro y los últimos desarrollos de la plástica.
De acuerdo con los conceptos de Alan Kaprow, creador de este espectáculo, el investigador
Oscar Masotta, explica que el happening trata de "desalentar la idea de que el
sentido es linealmente legible". Al integrar al espectador en el suceso, sería
"el primer genero artístico en que la materia es la acción social". Por otra
parte, "desentroniza el pleito entre el arte y la técnica para traer a primer plano
la relación del arte con los medios masivos de información".
Para el psicólogo Oscar Berruezo el espectáculo constituiría"Una representación
de la verdad sin mitificación alguna".
Tal vez para llevar a la praxis estos conceptos, la evanescente Marta Minujin organizo en
Octubre el happening "Simultaneidad en simultaneidad": 60 personas fueron
citadas en el Instituto Di Tella. En la sala 60 aparatos de TV y 60 radios colocados
platea de por medio llenaban el espacio. Al dirigirse a sus butacas, al sentarse, cada
espectador fue fotografiado y filmado. Pocos días después las 60 personas volvieron al
Di Tella y con un aparato de TV al frente y una radio en la mano, pudieron escuchar su
propia voz, observar su imagen, sus gestos y sus movimientos. En los costados se veían
reflejados en slides que los mostraban de perfil, sentados, parándose y saliendo,
mientras que al frente se pasaba un film que mostraba a cada uno de los asistentes en el
conjunto de la sala. Se pretendía mostrar de que modo los modernos medios de información
-la radio, la TV- se convertían en un fin en si mismos...
De Neron a la Bomba H
Al
mes siguiente, el equipo formado por Roberto Jacobi, Eduardo Costa, Pablo Suárez, Oscar
Bony y Miguel Ángel Telechea concibió un happening que comenzó en una playa de
estacionamiento y termino en la terraza del Instituto Di Tella. Los trescientos asistentes
observaron como una candorosa rubia amamantaba con sus pechos a un desnutrido automóvil.
La culminación en la terraza fue digna de esta definición, debida a los cultores
parisienses
del género: "El happening es la Commedia dell Arte de la época de la bomba H".
Luego de un strip tease realizado completamente a oscuras, ocho hombres y ocho mujeres,
comenzaron a bailar frenéticamente. Entonces, una de las parejas se acostó sobre una
mesa, y el hombre pintó a su compañera completamente de verde, desde los senos hasta la
punta de los pies, mientras ella hacia lo mismo con el. Luego se generalizo el
Apocalipsis: los caballeros arrojaron pescado podrido a las gráciles damas, y ellas les
respondieron con inocentes pollitos, que fueron obligados a participar por la fuerza.
Solo habría que agregar una nostálgica reflexión: si bien el primer happening de la
historia parece haber sido el incendio de Roma por Nerón, difícilmente haya sido
superado en magnificencia por sus cultores actuales, a pesar del desarrollo (imprevisto
para el lírico emperador) de los medios masivos de información...
crónica aportada por Carli
Revista Panorama Nº 45
Febrero 1967 |
"Pintura verde y roja para iniciar el happening más audaz del año. Pescados y
gallinas arrojados sobre el público terminaron la fiesta"
"Melano y los suyos, el carnaval del mundo cantaba y se reía"
"Una ronda en torno al obelisco puede servir de buen comienzo al happening más
absurdo"
"La oficiante Minujin antes de cubrir de helados el obelisco"
continúa
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