|
Graciela Fernández Meijide, miembro
de la mesa ejecutiva de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y responsable de
la comisión "Vigencia de la Vida y la Libertad", de ese organismo, es otra
argentina que, ante una situación límite, decidió enfrentar los horrores de la
injusticia, la tortura y la muerte, defendiendo el más elemental de los derechos del
hombre, el de vivir...
A partir de octubre del '76, con la desaparición de su hijo Pablo, de 17 años, la
vida de esta mujer alterna la pesadilla con la desesperación. La búsqueda de su hijo la
condujo a puertas cerradas que hasta hoy siguen igual; y aunque sabe -o sospecha- que su
problema personal no tendrá la mejor solución, igual seguirá trabajando para que
ningún derecho del hombre vuelva a ser violado, por el esclarecimiento de todos los casos
para lograr la justa condena de los culpables. Entiende que la euforia por la vuelta a la
democracia no puede desviar estos objetivos; en caso contrario, los errores volverán a
repetirse y todos seremos cómplices de olvido.
Cada caso que durante estos años le tocó tipificar y reconstruir en la Asamblea,
le ha servido para reafirmarse en una lucha junto a su esposo Enrique Fernandez Meijide,
que apunta a hacer un país mejor para sus otros dos hijos y para todos los jóvenes, con
un claro sentido humanista.
-¿El tema de los derechos
humanos tiene el tratamiento y la preocupación que merece?
-Mi impresión es que está
cobrando cada vez mayor importancia, en el sentido de que en la propia campaña política
los partidos lo están tomando centralmente. Nosotros no lo esperábamos; aunque siempre
hicimos todo porque así fuera, no estábamos tan seguros de que pudiera tomar la
envergadura que merecía; hicimos el esfuerzo y era justo que el pueblo entero entendiera
lo que habíamos padecido. No sólo por lo que nos pasó, sino por la propia dignidad y la
defensa de esa dignidad y de la vida. Una vida digna de ser vivida. Hoy tuvimos una
reunión con miembros del secretariado y hablábamos de la dificultad que tiene mucha
gente todavía con este tema; lo vemos en distintas mesas redondas a que nos invitan
últimamente sobre derechos humanos. Cuando llegan las preguntas nos damos cuenta de que
son muy, pero muy elementales... Nosotros hacemos una exposición y nos manejamos con
conceptos o preconceptos que creemos son conocidos, y no es así. Todavía hay gente que
no quiere creer lo que nos pasó...
-Eso se debe al ocultamiento que
se hizo en un principio sobre lo que ocurría, el temor a hablar y el creer que eso sólo
les pasaba a algunos y que por algo sería...
-Y algo más... Aun a la gente
con la mejor intención le costaba creer... Los argentinos teníamos mucha soberbia para
creernos capaces de algo así. Somos propensos a creer en las barbaridades que pasan:en
Uganda, son salvajes... Pero nosotros, no. Si somos buenos, vamos al cine todos juntos, el
vecino limpia el auto, acá no podía ser... Nos habían vendido el paraíso, lleno de
gente buena y solidaria -que seguramente en buena parte lo somos-, pero no podíamos creer
que eso nos pasara a nosotros. Viví hace unos días un episodio en Trelew, durante una
mesa redonda organizada por familiares de desaparecidos, que confirma lo que te digo. Los
organizadores pertenecían a las juventudes políticas, que son los que se han movido
más; se supone que esa gente está informada sobre el tema, que ha leído, conoce
casos... Se habló de las desapariciones de niños, de adolescentes, y en un momento dado
Mignone, refiriéndose a mí, dijo que yo tenía un hijo secuestrado. Un chico que estaba
sentado a mi lado me miró y dijo: "¿Vos también?". Como yo iba por la
Asamblea y no por las madres de desaparecidos, se supone que hago una acción política...
Mignone agregó: "Y tenía 17 años..." Ese chico se quedó mirándome y me
preguntó: "¿Y todavía está desaparecido, nunca supiste nada?". "Como
tantos otros casos", le dije... ¿Te das cuenta cómo cuesta creerlo? Y eso que ese
chico era un militante por los derechos humanos. No era un desinformado y peleaba por
eso... Le dije: "Si querés tocarme, tocame..."
-¿Cómo crees que se va a
encarar el tema de los derechos humanos en el futuro gobierno democrático?
-Creo que los argentinos no vamos
a volver a hacer lo mismo... Nos han pasado cosas que todavía ni siquiera digerimos; se
sucedieron a tal velocidad, tan encima una de la otra... Hay quien dice que los argentinos
somos grandes devoradores y que no nos paramos a pensar, pero tengo la impresión de que
se ha tomado conciencia de que somos capaces de hacerlo. Por lo menos un gran sector, pese
a que otros estén horrorizados y todavía no lo puedan aceptar. Va creciendo una gran
necesidad de vida, con más paz y alegría, gozando más de las cosas. Tal vez por
oposición a tanta muerte, porque todos los temas de nuestro pasado son tema de muerte.
Aunque lo llames falta de trabajo, o de vivienda, o de educación, el instinto de muerte
prevaleció. Y ahora surge un fuerte instinto de vida.
-¿En quiénes lo notas más?
-En los jóvenes, por suerte...
Hace dos años, cuando mi hijo menor estaba tratando de organizar el Centro de Estudiantes
en Arquitectura, me comentó que lo primero que habían formado era la Comisión de
Libertades "...para saber defendernos, para saber qué cosas nos corresponden
legalmente y cuáles no". Yo les redacté principios básicos para casos de
detención y todo lo demás. Hoy, todos los centros de estudiantes tienen una Comisión de
Derechos Humanos, Y todos los partidos políticos tienen una Comisión de Derechos
Humanos. Vos me dirás, ¿qué profundidad tiene eso? ¿Cuánto convencimiento hay? Pero
bueno, ya le han puesto un título... Soy optimista nata, si no no estaría aquí. Cuando
uno emprende una lucha es porque cree en ella... A la larga se nos ha dado la posibilidad
de que la gente tome conciencia de la agresión que hemos sufrido individualmente y como
cuerpo social, y que va a pelear por el respeto a los derechos humanos.
-¿Cómo se hará?
-La Asamblea hizo el mes pasado
una convocatoria nacional invitando a políticos, a gente de la cultura, a nuestras
delegaciones del interior, a que trajeran propuestas concretas para el futuro. Nuestras
propuestas concretas tienen que ver con la instalación de una democracia real y con un
proceso de liberación y de seguridad dentro de ese proceso de liberación, algo
imprescindible para que podamos seguir adelante... La política que se instrumentó en
estos años tuvo que ver con la doctrina de seguridad nacional, la famosa doctrina de las
fronteras ideológicas. Si no nos liberamos de esa imposición, vamos a seguir teniendo
las fuerzas armadas dispuestas a considerar enemigo al opositor político, y va a ser
imposible que se suprima el aparato de represión que se instaló acá, que no fue casual.
Bueno, todos nuestros proyectos apuntan hacia eso. En lo inmediato queremos el
levantamiento del estado de sitio y la supresión del aparato represivo. Por otro lado,
como estamos convencidos de que todo, todo sigue vinculado al pasado, revisando y
corrigiendo ese pasado podremos partir hacia el futuro...
-La euforia electoral, las
inquietudes por la democracia, o las urgencias sociales imperiosas que tiene la gente,
¿no pueden hacer que el tema de los desaparecidos sea dejado de lado, teniendo en cuenta,
además, que no todos sufren ese drama?-Espero que no pase eso por varias circunstancias,
aunque los militares están preparando su retirada. Y no como en las Malvinas; allí
salieron corriendo, largaron las armas y los chicos y sálvese quien pueda, Acá quieren
dejar todos los condicionamientos preparados, empezando por el acta institucional que
aprobó el informe final sobre desaparecidos, después la autoamnistía, con la cual se
perdonan todo eso que habían hecho, e inmediatamente la ley de represión a las
actividades terroristas y subversivas, que es la legalización de todo lo que antes
habían hecho por izquierda. Ahora es la garantía para que si lo tienen que volver a
hacer ya no necesiten la ley de amnistía... |
Si eso no es preparar el terreno
para que volvamos a vivir momentos parecidos a los vividos, no sé... La intención sigue
siendo la misma, la de perdurar. El día que haya el primer desaparecido en el gobierno
democrático -que seguramente no va a ser ordenado institucionalmente, ésa será la gran
diferencia-, ¿qué vamos a hacer? ¿Por qué vamos a pensar que el aparato represivo no
puede llegar a hacerlo...? Ayer vino acá una periodista de un medio muy conocido -ha
vuelto después de estar muchos años afuera- aterrorizada porque la seguía un Falcon; y
faltan sólo once días para las elecciones... Esas razones no nos van a dejar olvidar. El
próximo gobierno va a tener que ser muy enérgico con respecto a todo esto, y en las
primeras 48 horas ya a tener que actuar.
-¿Qué medidas deberá tomar?
-Además de asumir el cargo de
comandante en jefe, como manda la Constitución, deberá recortar rápidamente todos los
presupuestos que tengan que ver con los servicios de inteligencia, conocer las cuentas
secretas... Un Poder Ejecutivo enérgico tiene todo el poder para requerir esos informes y
meter mano. Eso para empezar... También deberá actuar sobre el aparato represivo; algo
se ha hecho y ya no actúan como hace unos años, se ha avanzado en eso de llenar espacios
y arrinconarlos. Cuando hablé con un candidato a la presidencia, que no nombraré para
que no crean que estoy haciendo proselitismo, le pregunté: "¿Cómo imagina usted
que va a tener que actuar la Asamblea Permanente si un día hay un desaparecido? ¿Se va a
pensar que la Asamblea desestabiliza si hace las denuncias habituales, si moviliza y hay
protestas?". Me contestó: "Para nada, no vamos a pensar eso. La Asamblea tiene
que seguir haciendo exactamente lo mismo, al igual que los otros organismos, porque
tendremos la convicción que eso -él hablaba como un presidente electo- no habrá sido
ordenado por el gobierno; y en cambio, una denuncia enérgica de todos los sectores
ayudará a terminar con estas cosas, mediante la actuación directa nuestra y de todos los
organismos del Estado". Y eso es parecido a lo que sucedió en Italia, donde ante los
atentados de izquierda o de derecha había un enérgico repudio de todos los sectores. Esa
es una de las misiones que tenemos que cumplir, más la de impulsar dentro de los
partidos, tanto del gobernante como los de la oposición, la noción del respeto a los
derechos humanos.
-¿En qué partido han encontrado
mayor receptividad?
-Sería injusta si te dijera tal
o cual partido; si bien hubo algunos que nunca participaron, no son de mayor incidencia.
Desde el principio, personas de distintos partidos se acercaron y nos han ayudado mucho.
Desde luego, son aquéllos que tienen un concepto de la política muy entroncado con lo
social. Y en todas las plataformas levantan la dignidad del hombre. Me resisto, no sé si
hago bien o mal, a mencionar específicamente un partido u otro... Haciendo la historia de
la Asamblea, ésta es un ejemplo de cómo se puede trabajar en unidad cuando se tienen
puntos mínimos de coincidencia. Si acá nos hubiésemos puesto a discutir temas de
economía y cómo resolverlos, la Asamblea no hubiera durado ni un mes; nos propusimos
temas con un común denominador y gracias a eso avanzamos. Hoy veo que casi todos toman el
tema y eso es bueno, y yo no les voy a preguntar si estuvieron en la primera o en la
última hora. Estamos juntos, cada uno tiene su tiempo, los niveles de comprensión fueron
diferentes. Si se comprendió, en buena hora...
-¿Crees que existe alguna
posibilidad de saber qué pasó con los desaparecidos?
-Existen todas las posibilidades.
Todo está registrado... A lo largo de estos años cada vez hemos tenido mayor conciencia
de que esto fue centralizado, que hubo responsables que dieron órdenes, que nada se
ejecutó por capricho y que, incluso por la propia burocracia que tienen las fuerzas
armadas, quedó registrado. Lo que podría llegar a temerse, y sería inocuo, es que se
destruyeran las pruebas. De todas maneras se puede reconstruir todo, dejaron muchos hilos
sueltos, muchos... sigue |