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crónicas del siglo pasado

REVISTERO
DE ACÁ

Serie de notas
sobre teatro
(2)
Revista Comoedia
1930
un aporte de Riqui de Ituzaingó

 

Por A. B. ROSSANI
El Teatro Rioplatense
Algunas consideraciones

En varias oportunidades COMOEDIA se ha ocupado sobre el tema, llamando la atención sobre su marcha; así como ha fustigado la importación, poniendo a los autores sobre aviso y no obstante, un matutino local, no viene el nombre al caso, pocas semanas atrás publicó un sueltito preguntando irónicamente por el '' autor nacional'' y ello me sugiró estas consideraciones.
El autor nacional existe, y tanto existe, que COMOEDIA misma, en número anterior, publicó un sabroso comentario sobre "La Odisea de los Noveles'', donde su autor revela conocer a fondo el asunto y lo describe con mano maestra. Sí; desgraciadamente el autor argentino existe; y digo desgraciadamente, porque de no existir, tal vez fuéramos más felices; nos evitaríamos muchas humillaciones . . .
Varios son los cultores de teatro que viven encerrados en la buhardilla de su intelecto, escribiendo diariamente para solaz satisfacción de su espíritu. ¿De qué vale que vaya con su trabajo a la secretaría de un teatro, si ni siquiera su obra será leída? En el teatro, como en otras ramas del arte, se buscan firmas, no obras, porque así lo exige S. M. el Público, y como para el Señor Empresario, lo que le para la olla del puchero son los pesos y no el arte, pues prefiere anunciar una mala traducción de Gabriel D'Annunzio y no el sano exponente de un novel, lleno de condiciones; pero que se llama, por ejemplo: Juan N. Naides...



 

Alguien me dijo, no hace mucho, que los autores noveles están envenenados. No, señor; no es veneno, es dolor... mucho dolor producido por la indiferencia general por el teatro nacional, y esa indiferencia salta a la vista con el siguiente detalle: no hace muchos días un otro diario local anunció la venta de los manuscritos de Florencio Sánchez; como si el derecho que debieran producir sus trabajos, no fueran suficientes para el sostén, de los suyos; y estoy seguro que si Florencio volviera a esta vida, lo primero que escribiría sería un drama titulado: "Los derechos del que queda"... y si esto ocurre con Florencio Sánchez ¿que te aguarda a ti, autor novel?
Por otro lado tenemos un factor importante, que debe tomarse en consideración: el teatro nacional vino corriendo desde su principio una carrera violenta, y como era largo el tiro, muchos de los competidores, después, de dar lo que pudieron, fuéronse quedando por el camino, es decir, dieron lo que pudieron dar, y ahora duermen el sueño de la paz sobre sus bien conquistados laureles.
Tenemos indiscutiblemente, sangre nueva que viene luchando con todo empeño, y esperan ansiosos el momento de poder surgir, ya que, como se ha dicho, tenemos buenas compañías e intérpretes; a pesar de que todos quieren ser primeras figuras; pero, para que el nuevo elemento surja es necesario ayudarlo, atenderlo, oírlo, y no que se mire con indiferencia a esa muchachada que, llena de aliento, golpea modestamente la taquilla de una secretaría con sus manuscritos bajo el brazo, como si en vez de llevar el producto de su intelecto, fuera a pedir una limosna por Dios... ¡Vamos!... ¡No hay derecho!. ..
Pero todo en este mundo tiene su fin. Un momento de paciencia y cuando decaiga el chárleston, nos hastíen las girls y nos opie la futilería en boga; ya volveremos por el teatro serio nacional, orgullo del Río de la Plata, y que hoy descansa en los viejos anaqueles de las buenas bibliotecas.
Hablando sobre estos tópicos días pasados, alguien me dijo que nuestro mal no tiene remedio, y a fin de hacerlo ver en el error que incurría al hablar así, le dije sencillamente:
—¿Cómo no tiene remedio? ¿No tenemos comisiones protectoras de la infancia? ¿No tenemos comisiones protectoras de las bibliotecas populares? ¿No tenemos comisiones protectoras de la vejez y hasta de animales?... Pues, entonces, la Sociedad Argentina de Autores, donde se agrupan los de la guardia vieja, debieran formar una Comisión de siete miembros, que se encargara especialmente de atender a los noveles: leerles sus trabajos; pero leerlos, analizarlos, estudiarlos, y sin preferencias, partidismos, ni recomendaciones ejercer una justicia directa, sobre estos nuevos valores, encaminando a los que reúnen condiciones y aconsejando sanamente a los que lamentablemente perdieran su tiempo.
Los Mecenas en este género están de más; lo que se necesita es el apoyo franco, sincero y leal de los viejos cultores del género teatral, sin pasionismo y sin preferencias. Reunidos estos destacados valores en "Junta de Selección", podrían generosamente dar la mano a los noveles, sin necesidad de que éstos anden de teatro en teatro, ofreciendo sus trabajos como si se tratara de vender peines o puntillas... Esto, francamente, es doloroso 
Una vez seleccionadas las obras, premiarlas si viene al caso, y estimular de esta manera y con la representación de la obra, al novel autor que, hoy más que nunca, adolece de una protección justa.
Se premia al pintor, se premia al escultor, se premia al novelista, al historiador... a la virtud... a la constancia..., y al autor teatral, no sólo no se le premia, sino que ni siquiera se le considera, cuando para producir algo de valor, tiene que historiar; tiene que pintar; tiene que esculpir; y, para cúmulo de sus necesidades, tiene que ser virtuoso y constante...
¡Vamos, que si a esto se le llama ser envenenado, sinceramente no sé lo que es pedir justicia!
Hay que ver, lo que se ve en los teatros de la Capital para formarse una idea acabada del camino que lleva el Teatro Nacional. En más de una ocasión hemos ido a ver un sainete, y hemos salido del teatro poco menos que llorando, no de risa, no; de pena. . . sí, señor, de pena.. . y todavía hay alguno que llama a eso '' Teatro Nacional "... ¡ Por favor!
Otro sí podríamos decir del llamado "teatro serio", donde las piezas "made in extrangis" vienen sosteniendo el cartel — porque no hay autores nacionales que hagan cosas capaces, ni dignas de ser representadas —, palabras éstas de un señor francés, con quien días há, departía, sobre el tema.
No ha sido, ni es, mi intención zaherir a nadie absolutamente, ni tienen mis palabras ninguna intención particular; hablo en términos generales y mis consideraciones son de interés general y colectivo, para el gremio obrero del intelecto, creyendo así interpretar un sano deseo de nuestra juventud trabajadora, que, como toda fuerza bien inspirada, anhela sobresalir triunfando en su ramo, bajo la égida protectora de la más elevada justicia. Hay en nuestro ambiente mucho elemento joven que desea surgir, posiblemente yo uno de ellos; pero necesitamos la balanza de equidad y justicia, nada más; y ello costaría tan poco con una diminuta dosis de buena voluntad!...
Y si el remedio no viene a tiempo, imitaremos a San Pedro y nos limitaremos a decir: ¿Quo Vadis, Teatro Nacional?
1 julio 1930

La ductilidad de los actores criollos
Así como es justo atacar todos aquellos defectos de que adolecen los artistas criollos, para que los remedien en parte, si no en absoluto, también deben reconocerse los méritos que los adornan para que esto les sirva de estímulo en la senda emprendida.
El arte y, sobre todo, el teatral, debe ser de elevación y afán de depurarse para llegar a la mayor perfección posible.
No hay que olvidar que la obra perfecta queda a través del tiempo para mayor gloria del que supo crearla y mayor lucimiento del intérprete que, compenetrándose con el pensamiento del autor, llega a la realización humana de un personaje verdadero.
Se podrá aducir que el literato deja su obra que le sobrevive, mientras que la labor del intérprete sólo dura el tiempo que él permanece en escena.
Sin embargo, encontrará mayores satisfacciones espirituales, saboreadas de inmediato, cuando encarna un personaje de verdadera alma que interpretando esos tipos fofos que no son ni significan nada como concepción teatral, y si bien las generaciones venideras no pueden estar en comunidad espiritual con el intérprete, siempre perdura su nombre si es un artista de quilates.
De entre los muchos actores criollos que nadie recordará el día de mañana—por hacer un trabajo superficial que sólo dura el tiempo de un suspiro — muchos mirando un poco más lejos tendrían satisfacciones más íntimas, y quizá con un poco de buena voluntad de su parte harían reaccionar un teatro que languidece y muere por apatía de todos, para darle nueva orientación, y nadie más indicado para ello que los mismos actores una vez que tienen condiciones sobradas para ello.
Notables malabaristas los podemos llamar para saltar de lo trágico a lo grotesco, pues eminentes literatos extranjeros han reconocido que casi todos son de una ductilidad e intuición únicas, y así como han equivocado el rumbo encarnando tipos caricaturescos que nada les benefician, les diera por mirar más lejos, es innegable que llegarían a ocupar puestos prominentes para mayor gloria de nuestro teatro.
Indiscutiblemente que hablamos en términos generales, pues demasiado se sabe que ha habido y siguen 'habiendo excepciones que pasean honrosamente el pabellón del arte argentino, por muchos teatros extranjeros. Grandes son a pesar de sus defectos, y son muchos los que se han destacado, llegando a adquirir un nombre que con otro repertorio y en otras circunstancias, significaría un triunfo positivo para el teatro argentino.
No son, por lo tanto, equivocaciones interpretativas que queremos poner en evidencia, sino de selección.
Hay compañía que en una sola noche se presenta con géneros tan desencontrados, que no se puede interpretar el uno sin que se perjudique al otro, sufriendo las consecuencias, como es consiguiente, el actor que se presenta en una sección encarnando un personaje trágico para vestir en la siguiente una figura grotesca que perjudica la interpretación anterior.
No es, pues, culpa de los actores si el público no se entrega de lleno, sugestionado por los méritos de la pieza y la interpretación ajustada: es que perdura el recuerdo del personaje anterior, y en el actor que en aquel momento se presenta en serio, todavía siguen viendo los concurrentes al mismo cómico que con su caricaturesca interpretación anterior los había hecho reir a carcajadas. Por eso unos aplausos que debían ser arrancados de alma son malogrados por el recuerdo de un chiste o una situación grotesca del mismo intérprete que con anterioridad había pisado las tablas caricaturizando un personaje en perjuicio de la interpretación ulterior.
1 julio 1930

(continúa)

 

 

 

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