Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

Dibujo de la Revista Mutantia
Revista Billiken

Revista Billiken
31 de agosto de 1964

MISIÓN DEL ACOMPAÑANTE
EN LAS CARRERAS DE AUTOMÓVILES

Los coches de carrera no siempre fueron coches de carrera. A fines del siglo pasado, cuando se disputaron las primeras competencias de velocidad en automóvil, se usaban para participar en ellas simples coches de pasajeros, de dos, cuatro y hasta seis asientos.
Sólo después nacieron los primeros autos de competición, con lugar para dos ocupantes: el piloto y el acompañante. La función de éste era muy importante en ese entonces: su misión principal era la de producir, mediante una bomba de aire de mano, presión dentro del tanque de nafta, de manera que el combustible fluyera hasta los carburadores. Por medio de otra bomba, que hacia funcionar con menor frecuencia, el acompañante lubricaba con aceite los cojinetes del motor, las ruedas y demás elementos móviles.
Un buen día, sin embargo, allá por el año 1930, apareció por primera vez una máquina de carrera con un solo asiento. Aquello fue una sensación, como podría serlo hoy la aparición de un coche sin piloto, conducido por control remoto. Por primera vez se renunciaba, entonces, al acompañante. Los coches eran cada vez más perfectos y funcionaban por sí solos. Solamente había que manejarlos, y para eso estaba el piloto.
Pero a diferencia de estas pruebas de los llamados "coches especiales", en carreras de autódromos o pistas, en la mayoría de nuestras competencias de ruta o en el Gran Premio se sigue corriendo con acompañante. Y al igual como en aquel entonces, el tripulante debe atender los mecanismos del coche: cargar nafta, bombear agua y aceite y hacer todo aquello que el piloto no puede realizar mientras se está corriendo. Lo más importante acaso en la misión del copiloto es ayudar cuando se pincha un neumático. Verdad que una persona puede cambiar perfectamente una goma, pero entre dos se pierde mucho menos tiempo, que siempre es valioso en carreras.
El copiloto es también el encargado de seguir la ruta en un mapa en el que están marcados los diversos accidentes del camino, como baches, vueltas, curvas, cruces de camino, etcétera.
Para ser acompañante hay que tener valor. Ha sucedido más de una vez que el acompañante se fugó después de un vuelco, y el piloto, que quiso seguir en carrera, tuvo que buscarse otro ayudante.
¡Ah!, el acompañante debe poseer registro y saber conducir, al igual que el piloto. Cuando éste se descompone o accidenta, el copiloto debe estar en condiciones de seguir adelante.
En las carreras argentinas el acompañante tiene, además, la importante tarea de recoger el "aro" con las informaciones que le alcanzan los auxilios en alguna curva donde el coche avanza despacio. Es una modalidad netamente argentina. . .

un aporte de Héctor Álvarez

Dibujo de la Revista Mutantia

 

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