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AÑO X • Nº 491 • BUENOS AIRES, JUNIO 27, 1972
CARTA AL LECTOR
Sería suficiente que el Pueblo argentino apelara a su memoria histórica para asumir —más que justificadamente— una actitud de incredulidad ante el proceso político que se le ha propuesto. Cansado de trampas, de golpes militares reaseguradores del statu quo, de opciones electorales, de solicitudes de cooperación luego dilapidadas impunemente, de represión, muy poco ánimo le queda en los últimos quince años para volver a confiar. Pero, si algo faltaba para el escepticismo, el equipo militar lanussista lo ha aportado con creces. Bajo su responsabilidad corre el no hablar claro, amenazar con vetos a candidaturas, auspiciar caprichosas apetencias personales, intentar perturbar la vida interna de las grandes agrupaciones políticas, pretender recortar la Constitución para utilizarla especuladoramente, dilapidar la riqueza nacional, sumergir a los argentinos en la miseria.
La desconfianza del Pueblo es total. Pero su voluntad de jugar el papel decisorio, también lo es.
Y como ha ocurrido siempre, como lo prueba nuestra propia historia, un solo recurso tiene el Pueblo en tales situaciones: ganar la calle.
Ganar la calle significa corporizar esa categoría que llamamos Pueblo; significa abandonar las seguridades de la vida doméstica por un motivo superior; significa enfrentar al enemigo, significa que los compatriotas se unan para una empresa de conjunto.
En la Argentina de 1972 el Pueblo no tiene otro escenario que la calle y hacia él parece encaminarse. En última instancia, es ocupar la propia Patria, para rescatarla. Los responsables de la conducción del país así parecen exigirlo.
Hasta el martes próximo. El Director.
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