Revista Siete Días Ilustrados
25.10.1971
A menudo, lo sorprendente está a la vuelta de la esquina: es
el desgaste provocado por su cercanía el único obstáculo que
impide verlo, advertir sus aspectos asombrosos, fascinantes.
Este no es, claro, un descubrimiento: ¿quién no conoce a
algún porteño deslumbrado frente al colorido de un barrio
como La Boca al que se negaba a visitar por "remanido" y al
que sólo accede para acompañar a un visitante extranjero? De
la misma manera, la mirada desprejuiciada del turista suele
ver más cosas en una ciudad o en un país que las que llegan
de verdad a la conciencia de los propios nativos. Estas
reflexiones vienen al caso porque desde hace tiempo SIETE
DIAS se había planteado una nota gráfica tan excepcional
como "obvia": el Aconcagua, imponente mole de piedra que
marca con nitidez el techo de América, nunca había sido
mostrado de cerca, desde lo alto, en los tramos más arduos
del camino a la cima. Las dificultades técnicas de la nota
—el fotógrafo debería ser un andinista consumado, so pena de
arriesgar inútilmente su vida; la inconstancia del tiempo
amenazaba el intento aun en las épocas supuestamente
propicias para una escalada— postergaron una decisión final
durante varios meses. En el ínterin —y con esa fascinación
por la geografía argentina que suelen sentir los europeos,
por los motivos de que se hablaba más arriba—, un notorio
periodista y fotógrafo italiano, Walter Bonatti, llegaba a
Mendoza con la mira puesta en el Aconcagua. Tras atravesar
las lógicas dificultades del caso, inició su aventura: el
resultado de su hazaña deportiva ostenta también relevantes
méritos periodísticos, ya que en su viaje hacia la cumbre
documentó paisajes de inéditas características y cosechó una
crónica de viaje no menos atractiva. Puesto que el
profesional italiano había logrado consumar su intento, no
tenía sentido que SIETE DIAS repitiera sus pasos: por eso es
el testimonio de Bonatti el que se ofrece, junto con la
imagen de sus vistas en colores, en el informe exclusivo que
se despliega a partir de la página 41, y cuyos derechos
fueron adquiridos a la revista Epoca.
•El domingo 28 de noviembre los uruguayos deberán elegir, en
comicios generales, un nuevo presidente. Las excepcionales
circunstancias socioeconómicas en que se desenvolverán las
elecciones, y el clima que caracterizó a la gestión del
presidente Pacheco Areco, hacen pensar que nunca como ahora
los votantes decidirán —junto con la persona de su máximo
gobernante— un destino para la vecina república. El
excepcional acontecimiento —en las fotos, algunos
testimonios de la batalla pictórica ante el comicio — motivó
a SIETE DIAS para otorgar a la actualidad política uruguaya
un lugar destacado en sus páginas: semana a semana, un
equipo de periodistas que conduce en Montevideo el
corresponsal Antonio Mercader investigará las alternativas
del proceso preelectoral y reporteará a las figuras claves
del momento. Una tarea que se inicia en la página 80 de esta
edición con un amplio informe sobre las diversas tendencias
que pugnan por alcanzar el poder, sus posibilidades y los
factores que actúan a favor o en contra de cada una.
•Un teléfono que funcione bien es, en Buenos Aires, una
noticia. Pero si el aparato comienza a sonar mientras es
trasportado por un señor muy serio sentado en un vagón de
subterráneo, lo que puede pasar se parece más bien a un
disparate; máxime si dos profesionales de la risa —los
músicos-humoristas Jorge Maronna y Daniel Rabinovich, del
conjunto Les Luthiers— están comprometidos en la broma, y un
fotógrafo de SIETE DIAS documenta a escondidas las actitudes
de los atribulados testigos del desatino. Esas peripecias se
registran entre las páginas 66 y 69.
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