Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Revista Siete Días Ilustrados

Revista Siete Días Ilustrados
19.12.1975

carta
Es común que diciembre nos Infunda un ánimo muy especial, como si las vísperas del nuevo año implicaran, realmente, la posibilidad de barrer todas las angustias, los miedos, los sobresaltos que han ido Infiltrándose en nuestro espíritu, por causas irrazonables, en el correr de este azaroso 1975. Ahora, de pronto, el común de las gentes (y nosotros mismos, desde luego) asume empeñosamente la ilusión de un milagro, cuyas raíces místicas —la Navidad— renuevan la esperanza de un futuro amable, sin sangre derramada, de reconciliación y prosperidad. Provenga de donde proviniere, la inspiración de este anhelo (que se manifiesta a través de sonrientes mesas familiares, de paquetes con moños, de manos tendidas, de tarjetas de buenaventura) entraña, hoy más que nunca, la aproximación de un compromiso ineludible: ojalá entiendan los obcecados que nada importa tanto como el definitivo reencuentro de los argentinos —en la comprensión de los intereses comunes y hasta en la disensión civilizada—, un propósito que alientan las grandes mayorías y que con burda crueldad sabotean los emisarios del odio. Este fin de año, sorprende a la Argentina en una especial circunstancia de su vida institucional: precisamente porque todos sabemos de los enormes esfuerzos que habrá de depararnos el 76, es que creemos que ningún gesto de fe puede ser una mera formalidad. A partir de este requisito, la ilusión empieza a estar abastecida de sinceridad y honradez, dones que la Nación demanda a quienes la quieren unida y fuerte.
el director

Foto de Marilú, en la tapa: Osvaldo Dubini

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