|
Revista Siete Días Ilustrados
08.10.1973
MEMORANDUM:
De cómo se pretendió demostrar que algunos redactores son,
futbolísticamente hablando, unos pataduras insoportables
A esta altura del año, y cuando (por razones que son del dominio
público) la sobrecarga de trabajo es realmente abrumadora, el
personal de Siete Días suele ingeniárselas para encontrar, por lo
menos una vez a la semana, un momento de relax: hay consenso en
que la verdadera distensión se logra estando todos juntos,
preservando el espíritu de cuerpo, pero hablando o haciendo otra
cosa. Desde luego, aun cuando algunos prefieren el baño sauna, las
tórridas sesiones de ajedrez o las cenas de trasnoche, la
diversión de la mayoría es el fútbol. Así, al amparo del buen sol
y gracias a la gentileza de los directivos del Club YPF, buena
parte de los redactores, fotógrafos y diagramadores de la revista
se dan cita allí, los jueves a la mañana, y urden un fragoroso
picado, en donde lo que en verdad se gambetea es la alienación. La
cura no es científica, pero más de un barrigón consigue hacerse
ilusiones de que la correría es espiritualmente gratificante. El
jueves 27 la disputa fue tan reñida que, a la hora de las duchas,
los ocasionales adversarios seguían con la sangre en el ojo:
cuando el opulento Laplacette propuso la revancha por el asado (su
"equipo" había caído ignominiosamente), Plá (capitán del otro
bando) aceptó el reto y organizó lo que promete ser un
pantagruélico despliegue de achuras. La condición de que los
conjuntos estén integrados por los mismos protagonistas quizá
sufra una leve enmienda: no se sabe si Juárez podrá liberarse del
yeso en el brazo (fisura en el codo), consecuencia de un raudo
aterrizaje en el área chica. Salvo lluvia, el partido se habrá
jugado el 4.
|
|