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Año III Buenos Aires, 13 al 19 de julio de 1965 Nº140
CARTA AL LECTOR__ No sólo Ios diarios de la Argentina y Chile regalaron espacio a la noticia; las teletipos de las agencias, los informes de los agregados militares extranjeros, los despachos de los corresponsales se volcaron sobre el mismo episodio, con el mismo sobrecogimiento y con igual sorpresa: abundan los testigos del paso de objetos voladores, pero era la primera vez que las Fuerzas Armadas de dos países se añadían a esa lista de testigos. Lo que hasta entonces parecía leyenda, psicosis, pura imaginación, entraba en una fase, no menos inextricable pero, también, no menos sugestiva (páginas 14-16). En la Tierra, tampoco se aplacaban las conmociones, el Mercado Común Europeo conocía su primera crisis grave (cuyas raíces políticas y económicas se observan en las págs. 24 y 74-75); en una diminuta región del África -—la Guinea Portuguesa—, los incideníes entre rebeldes y tropas regulares pespunteaban una guerra anticonvencional y apenas conocida (pág. 27); el balance de seis meses de actividad en la Bolsa de Valores de Buenos Aires arrojaba desoladoras comprobaciones.
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Ha sido comparada con el Ulises de James Joyce, y el juicio es exagerado. Sin embargo, en la literatura latinoamericana, Adán Buenos Ayres ocupa uno de los más altos sitiales. Para mucha crítica argentina, es la única novela importante que se haya escrito en el país. Curiosamente, obra tan valiosa cosechó pocos lectores y hasta su autor se esfumó en el olvido. En estos días comenzó a salir de él: Leopoldo Marechal entregó a una editorial los originales de su segunda novela. En las páginas 56 y 58 se narra el nacimiento de El banquete de Severo Arcángelo y se incluye un fragmento inédito.
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Si junio de 1945 —por eso arrancó de allí nuestra crónica— marca la pública decisión del coronel Juan Domingo Perón de librar la batalla por el poder, julio le reservó un acontecimiento capital: el primer apoyo de índole política. Hasta entonces, sólo había cosechado éxitos en el campo militar y gremial; pero muchos de sus compañeros de armas conspiraban contra él, y el repudio de sectores empresarios; intelectuales y hasta religiosos se abatía sobre sus posiciones. En ese instante, los radicales yrigoyenistas lo rodean y Perón comienza a transformarse en algo más que un jefe hábil o un aspirante a caudillo en un candidato oficial a la Presidencia de la República. En las páginas 48-52 se explica cómo; Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR
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