Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Ario VIl - Buenos Aires, 11 al 17 de marzo de 1969 - Nº 324
Lleva casi dos años en el Gobierno, aunque ya al mes de ejercer la Secretaría de Difusión y Turismo daba su primer paso en falso, cuando suscitó las iras del teniente general Julio Alsogaray. Él mismo reconoce, hoy, la magnitud de aquel tropiezo; pero lo cierto es que Federico Frischknecht, 39, sigue en su oficina de la Casa Rosada, y Alsogaray vive en el exilio de su retiro militar. Pese a todo, su modesta obra pública —iniciada en la Facultad de Ciencias Económicas, al servicio del avasallamiento universitario— y su personalidad, tan espontánea como jactanciosa, lo transformaron en el más insólito y menos conocido funcionario del régimen.
La semana pasada, mientras volvía a circular su nombre para la cartera de Hacienda, el contador Frischknecht habló durante una hora y media con dos redactores de Primera Plana; la entrevista, que se edita en las páginas 33 a 51, tal vez no alcance a develar las confusas ideas que orientan al Secretario; sirve, eso sí, para adivinar por qué se mantiene en el cargo: él pertenece, sin duda, a la casta de los tecnócratas, esos advenedizos "superhombres" cuya abundancia en ia Administración desea el Presidente Onganía.
Entre tanto, fuera de la Argentina, estallaban algunas atrayentes novedades políticas. En Chile, dos millones y medio de votantes renovaron el Parlamento, sin demasiado entusiasmo; si los comicios de marzo 2 no fueron, como supuso tanta prensa tendenciosa, una derrota de la Democracia Cristiana, sus resultados, en cambio, obstaculizarán el año y medio de que dispone el Presidente Eduardo Frei para agotar su mandato (página 83). Más asombroso fue lo sucedido el miércoles último, en un Berlín-Oeste sometido a la amenaza comunista: ese día, una asamblea de legisladores y delegados estaduales designó Presidente de la República Federal a Gustav Heinemann, 69, el candidato a quien los rusos y los alemanes orientales ven con mayor simpatía. El nombramiento de Heinemann cierra una etapa: aquélla en que Alemania, para sobrevivir, cayó en el satelismo.
Hasta el martes próximo. EL DIRECTOR.

 

 

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