La tercera fundación de la calle Corrientes

 

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"La remodelación de la calle Florida destronó a dos intendentes. ¿No ocurrirá lo mismo con la repavimentación de la avenida Corrientes?" Tanto la apreciación como la duda parecen exageradas, pero lo cierto es que el intríngulis —planteado a viva voz por el propietario de un bar de Corrientes al 800—, pudo convertirse en la síntesis del desconcierto que cundió, en la primera semana del 72, cuando las topadoras contratadas por la Secretaría de Obras Públicas de la comuna porteña comenzaron a horadar el vetusto asfalto de la popular calle.
Las razones esgrimidas por el ingeniero Bartolomé D'Agostino, director de Planificación y Control de Obras Públicas de la comuna porteña, indican, sin embargo, que la medida no es inoportuna: 'La capa asfáltica estaba realmente vencida; además, había que suprimir las peligrosas garitas para reemplazarlas por semáforos. Las empresas de servicios públicos, por su parte, tenían numerosos planes de roturación en intersecciones. Con todas esas perspectivas ¿no considera oportuno gastar exactamente 5.480.285 pesos nuevos en una total adecuación de la calle Corrientes a las necesidades actuales de circulación y tránsito?". Los tres sectores en que se dividió la obra (avenida Madero a Pueyrredón, de ésta a Ángel Gallardo y de Jorge Newbery a Federico Lacroze), permitirán, de todos modos, que el atolladero que producirá la reforma no enfervorice las iras de los estoicos vecinos que deberán pasarse casi cuatro meses viviendo entre la polvareda y el barro.
Si bien existen lógicas reservas entre aquellos que viven frente a las obras, las autoridades municipales se jactan de la eficacia de las tareas y el estricto cumplimiento de los plazos. "Todo ha sido calculado mediante un minucioso estudio por camino crítico. Además —informó un funcionario de la Dirección de Tránsito—, la población estará al tanto de las bocacalles obstruidas, las normas temporales de circulación, los desvíos y las rutas alternativas para ir y volver del centro". Las autoridades garantizan, además, que una vez finalizadas las tareas —ojalá se cumpla—, ninguna cuadrilla llegará de sorpresa a romper el pavimento para reparar cañerías o instalaciones eléctricas.
Como ocurrió en 1936, cuando dejó de ser angosta, es posible que el 30 de abril de este año —cuando todo termine— alguna canción se refiera al nuevo maquillaje de la ahora devastada versión calle Corrientes, en su tercera (¿definitiva?) versión.

Fotos Eduardo Nuñes
revista siete días ilustrados
1972