Happenings
Fideo arte
Más ingenuidad que imaginación

 



 

 

Un coche Renault (modelo 1949) previamente destrozado a pico y hacha. Una chica sumariamente vestida subida al techo abollado, como si estuviera sobre el altar de sacrificios. Un joven musculoso que vierte sobre el cuerpo femenino un cubo de fideos cocidos y procede a masajearlo con tan delicados ingredientes. De vez en cuando la chica recoge algunos fideos y los arroja delicadamente a la audiencia que los recibe con exclamaciones ardorosas y los ingurgita con avidez.
Dos jovencitas vestidas con hojas de repollo que suscitan la gula de un oficiante arrodillado transformado en conejo. Un motociclista cargando en el segundo asiento a una morena desnuda. Un distribuidor de copias plásticas de senos juveniles. Una sesión de jazz con apariencias de misa negra.
Estos son algunos de los hechos registrados en el "Segundo Festival de la Expresión Libre" que durante ocho días ocurrió en el barrio parisiense de Montparnasse. Su organizador, un "artista revolucionario", fue el franco-norteamericano Jean Jacques Lebel. Asistieron dos mil personas y el festival fue declarado un éxito porque a través de él "se expresa la libertad fundamental del ser humano".
En Buenos Aires la ola continuó, algo atenuada, con el "vivo-dito" capitaneado por Alberto Greco, "el pintor más grande del mundo" según Alberto Greco. En el Instituto Di Tella se premiaron colchones retorcidos como expresión máxima de un arte liberado. Luego se organizó "La Menesunda" de la que mucha gente habló y que pocos entendieron. Quizás porque su secreto consistía en que no había nada para entender.
Según David Davis —director del Centro de Estudiantes y Artistas Norteamericanos Residentes en Montparnasse— "se supone que así se manifiesta al público los horrores y abyecciones del mundo en que vivimos".
Entre nosotros se afirmó que estos "sucedidos" (insatisfactoria traducción de la palabra inglesa "happening" con que se designa estas manifestaciones) consisten en una "forma nueva de acentuar la actitud creadora sin los inconvenientes de la realización" (Romero Brest). Lo que es por cierto una fórmula estética de encantadora comodidad.
Estos jovencitos enloquecidos con el "sucedido" y los mayores que pretenden justificarlos con herméticas frases de pretendida trascendencia, han errado el camino. Si apenas tuvieran conciencia de la realidad y una pizca de sentido de la responsabilidad como seres humanos, les bastaría, para lograr los fines expuestos, organizar nuevas exhibiciones de los documentales gráficos de Buchenwald y Belsen, o de la exterminación científica de los judíos durante el nazismo. Esas realidades de nuestro tiempo jamás podrán ser superadas por los "happenings". No hay "actitud creadora" capaz de revelar los aspectos más terribles del alma humana como esos descarnados testimonios. Media hora con la Gestapo les hubiera dado más tema que todos los fideos del mundo. Un par de días en Auschwitz les hubiera calmado muchas inquietudes metafísicas de ese tenor. Si la humanidad ha podido sobrevivir a ese horror y si los hombres han conseguido superar tales monstruosidades, es de suponer que la conciencia humana también conseguirá, sin mucho esfuerzo, prescindir de los "happenings" como medio de advertir sus propias faltas.
Sin embargo, alguna razón ha de jugar para que tales escándalos de entrecasa ocurran en distintas partes del mundo. Los sociólogos, los estetas y los psicólogos proponen diversas explicaciones. Quizás haya que bucear en ciertas manifestaciones de la neurosis de nuestro tiempo. O quizás solo se trate de una pequeña y sucia enfermedad por la que sea menester pasar.
Sería interesante saber qué hubiera pensado el doctor Albert Schweitzer de estas angustias así manifestadas. Y de pronto, como perfecta solución, los "happenistas" hubieran pasado unas semanas en su hospital de Lambarene curando negros leprosos. Es posible que no solo fueran los negros los curados.
Jorge D'Urbano
revista Panorama
octubre 1965