China
Mao: solo se muere veinte veces


 

 

 

 

 

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Mao Tsé-tung, 76 años, parece poco dispuesto —tras 22 años de lucha armada hasta la toma del poder (1949)— a no presidir los festejos del 20 aniversario de la República Popular China. A pesar de insistentes versiones que lo daban como expirante —o casi— la semana pasada, es probable que el anciano, eventualmente eterno líder de 750 millones de chinos se asome no más este miércoles 1º de octubre al balcón del Palacio de la Paz Celestial, en Pekín, para presenciar el tradicional desfile celebratorio, encabezado por ondulantes y no menos tradicionales dragones (de papel).
Así lo dieron a entender recientes emisiones de radio Shanghai. Y no sólo: fuentes de Taipeh, Formosa —enemigas pero compatriotas— también lo daban por vivo. Cada vez que Mao desaparece de la vida pública —explicaron—, y ya sucedió 19 veces, se rumorean su enfermedad y muerte: así fue entre fines de 1965 y comienzos de 1966, cuando durante medio año, no se lo detectó en acontecimiento alguno. Pero no estaba muerto ni enfermo: planeaba, en cambio, la revolución cultural que sacudió al país poco después.
La última vez que Mao —y su heredero Lin Piao— fueron vistos en público este año, se produjo hace 4 meses (19 de mayo). A comienzos de septiembre, no confirmadas informaciones lo hacían víctima de un ataque cerebral y semiparalizador. Sinólogos establecidos en Hong Kong juntaron otras voces —de adentro y de afuera de China continental— que lo enfermaron gravemente. Hace un par de semanas, fuentes comunistas soviéticas en Moscú le afirmaban paladinamente al jefe de corresponsales de la revista norteamericana Time en la URSS, Jerrold Schester, que Mao había sufrido un ataque el 2 de septiembre, que su situación era crítica, que sólo un esfuerzo médico increíble lo mantenía vivo aún, que —mientras él viajaba entre el coma y la conciencia— un triunvirato había asumido el poder: Lin Piao, ministro de Defensa; Chou En-Iai, premier, y Chen Po-ta, ideólogo y figura principal de la revolución cultural.
Lástima que a comienzos de la semana última —tal vez aguijoneados por los latigazos de radio Pekín contra "las versiones sobre el presidente Mao lanzadas por el imperialismo y la camarilla revisionista"—, los habitantes del Kremlin desmintieron oficialmente haber hablado sobre el tema,

La década que se nos viene
La versión fabricada por los soviéticos no carecía de apoyaturas en la realidad. Explicaba, por ejemplo —ataque de Mao mediante—, por qué Chou En-lai abandonó tan precipitadamente los funerales de Ho Chi-minh (septiembre 4) para regresar a Pekín, cosa que, en su momento, fue interpretada como deseo de evitarle a los norvietnamitas el espectáculo de posibles roces personales con el representante que Moscú envió a Hanoi, Kosygin.
También hubo diferencias chino-rusas en la sucinta información sobre la entrevista Chou En-lai/Kosygin del 11 de septiembre: mientras los soviéticos dijeron que Lin Piao y Chen Po-ta acompañaban a Chou, radio Pekín anunció que el premier fue flanqueado por los viceministros Li Hsien-nien y Hsieh Fu-shih. Este ocultamiento (chino) de Lin y Chen, preguntaban (afirmativamente) los informantes moscovitas de Jerrold Schecter, ¿acaso no indica que Pekín desea no dar índices de la existencia de una crisis de poder?
Parece que no. Parece, más bien, que Moscú —tensado por su amargo conflicto de 9 años con Pekín— confundió ganas con realidad: el fin de Mao, efectivamente —un hombre que convirtió en nación a un país fragmentado a lo largo de siglos—, podría flexibilizar las posiciones chinas, en lo interno y en lo internacional. Eso esperan, por lo menos, algunos fatigados conductores del Kremlin. Quienes, tras breve pausa posterior a la entrevista Chou/Kosygin, han reiniciado sus ataques contra "la camarilla aventurerista y guerrerista de Mao Tsé-tung",
El 1º de octubre, en todo caso, quedará develada toda incógnita: si Mao está bien, sonreirá desde la ex Ciudad Prohibida de los emperadores. Si no aparece, habrá motivos para pensar que la República Popular China inicia su tercera década bajo una nueva, desconocida (por un tiempo) dirección. 
PANORAMA, SEPTIEMBRE 30, 1969
(Mao fallece en 1976)
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